Un estudio reciente del CONICET demuestra que muchos de los efectos saludables del Bacillus subtilis en el ser humano pueden ir más lejos que la regulación del sistema inmune. El equilibrio intestinal es uno de los que más incidencia tiene en el organismo y, por ende, en todas sus funciones vitales.

El reciente trabajo científico realizado por investigadores del CONICET y la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y publicado en la revista Nature Communications en el que se analizó una bacteria probiótica como el Bacillus subtilis, y su posible vinculación con la longevidad, abre aún más el camino de los médicos que trabajamos en el campo de la microbiota y los probióticos. El estudio demuestra que nos encontramos en una instancia más que interesante para seguir descubriendo propiedades benéficas de bacilos esporulados (llamados así por su habilidad para formar Esporas) que confieren muchos efectos saludables al ser humano más allá de la regulación del sistema inmune.

La investigación se realizó en un gusano llamado Caenorhabditis elegans, pero todo indica que a futuro podría aplicarse en humanos. Si bien los tiempos de la ciencia suelen ser extensos, durante más de 50 años los probióticos han demostrado propiedades relacionadas con la microbiota intestinal y el microbioma humano.

Los probióticos, son microbios vivos no patógenos que, al ser ingeridos en cantidad adecuada, confieren beneficios al huésped. Las especies esporuladas que más han sido estudiadas son el Bacillus subtilis, Bacillus clausii, Bacillus cereus, Bacillus Coagulans y Bacillus licheniformis.

Las bacterias esporuladas como Bacillus clausii y Bacillus subtillis actúan sobre la microbiota intestinal aumentando el número de bacterias anaerobias beneficiosas y disminuyendo la población de microorganismos potencialmente patógenos. Esto lo realizan estimulando mecanismos inmunológicos y no inmunológicos.

Según el doctor Fernando Burgos (MNº 81759), médico pediatra de la Red de Pediatras “Niños sanos, niños felicesLos beneficios inmunológicos son múltiples. Por ejemplo, mantienen la homeostasis (equilibrio) intestinal a través de la estimulación del sistema linfático intestinal con la producción sustancias llamadas citoquinas, entre otras. Tanto el B. clausii como el bacillus subtilis pueden inhibir el crecimiento de patógenos en el sistema gastrointestinal gracias a distintos mecanismos como la colonización, la adhesión a células epiteliales, la producción propia de antibióticos como la clausina y/o enzimas secretadas en el intestino, entre otros efectos.

Las esporas son termoestables (resistentes a temperaturas muy bajas y muy altas) y tienen una serie de ventajas sobre otros probióticos que no forman esporas. Esto permite que el producto pueda ser almacenado a temperatura ambiente en una forma desecada. Otra ventaja es que la espora es capaz de sobrevivir al pH bajo de la barrera gástrica.

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La especie Bacillus clausii es comercializada en la Argentina para tratar la recuperación de la flora bacteriana intestinal que se puede dar por muchos motivos, como la diarrea viral, intoxicaciones, antibióticos, entre otros.

Las capacidades del este probiótico de estimular el sistema inmunitario en el intestino delgado, cuando se encuentra en fase germinativa podría desempeñar también un papel en el aliviar los síntomas alérgicos, especialmente en niños atópicos, ya sea influenciando directamente la síntesis de anticuerpos, como estimulando la actividad del tejido linfoide intestinal.

La diarrea es una de las principales causas de morbilidad y mortalidad entre los adultos y los niños a nivel mundial. En cuanto a su tratamiento con B clausii, los estudios realizados reafirman su eficacia y seguridad. En un ensayo multicéntrico con B. clausii como terapia adyuvante realizado en India demostró que la duración de la diarrea infantil tratada con B. clausii fue de 22.64 horas en comparación con el grupo no tratado que era 47.05 horas.

Somos lo que comemos, pero sobre todo somos las bacterias que tenemos, y si bien suelen ser tomadas como sinónimo de enfermedad, la mayor parte de los microbios son nuestros amigos, al menos los que viven dentro de nuestro intestino y en la superficie de nuestra piel.

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