Motivada por un mal funcionamiento del sistema nervioso, su aparición refleja un complejo deterioro a encarar según sus síntomas. Reconocer la magnitud del problema cuanto antes ayudará al mejoramiento del cuerpo y por consiguiente, de nuestras funciones vitales. Por qué se dice que su evolución es producto de la memoria latente dentro del organismo.
Los discos vertebrales comienzan a desgastarse desde la juventud. Muchos sufren sus daños mecánicos como formas de la enfermedad discal degenerativa.
Las afecciones más frecuentes son: se aplastan los discos vertebrales, las vértebras se aproximan entre sí, hay edema con inflamación y dolor lumbar y se comprimen nervios, vasos y falta el oxígeno.
Los discos intervertebrales son estructuras que poseen cierta flexibilidad y permiten los movimientos de la columna. Cuenta con un anillo fibroso y encierra en su interior una sustancia gelatinosa.
El disco intervertebral es una estructura viva y requiere de nutrientes, agua, oxígeno, glucosa, proteínas, etc... Como tiene su propio metabolismo produce sustancias tóxicas que deben ser eliminadas.
La entrada y salida de sustancias se realiza a través de la sangre y de la linfa y todo el proceso es regulado por el sistema nervioso.
La vitalidad del disco en definitiva depende del sistema nervioso.
Una de las capacidades naturales del organismo es mantener la vitalidad de los tejidos y repararlos cuando se produce algún daño.
La hernia discal está constituida por la sustancia gelatinosa del disco, otros restos y edema local. La hernia se forma cuando se ha perdido la capacidad del organismo de mantener ese tejido en buen estado. Esto ocurre cuando el sistema nervioso funciona de un modo inadecuado por la presencia de uno o varios campos interferentes.
El lugar que resulta afectado suele ser un sitio más débil por constitución o genética o porque ha recibido un traumatismo en algún momento, en este caso un disco intervertebral.
El dolor agudo puede deberse a que la hernia comprime una raíz nerviosa, a la presencia de edema en la región de la hernia que aumenta la compresión de la raíz o contractura muscular regional.
Esto suele resolverse con tratamiento local o antiinflamatorios.
Pero cuando el dolor es persistente se trata de un problema complejo asociado a la pérdida de la capacidad reparadora normal del sistema nervioso. La alteración de esa función suele deberse a la presencia de uno o más campos interferentes.
Cirugías, traumatismos, heridas, emociones fuertes o procesos inflamatorios se mantendrán en la memoria del cuerpo hasta tanto no sean corregidas mediante tratamiento adecuado.
La postura, un esfuerzo, un problema emocional o el estrés suelen representar el desencadenante -no la causa- en un sistema sobrecargado por otras irritaciones.
Para la medicina clásica el problema comienza porque "apareció" una hernia que causa dolor, hormigueo y limitación del movimiento. No siempre la presencia de una hernia se asocia con dolor y no siempre dolor de columna significa presencia de una hernia.
Según los especialistas, la visión del problema, síntomas como dolor, hormigueo, etc... representan el último eslabón de una cadena de al menos tres eslabones. Hay que tratar el último eslabón de una cadena que significa tratamiento sintomático, es decir solución temporaria sin resolución de la causa. El segundo eslabón está representado por el deterioro del tejido que forma el disco intervertebral permitiendo su ruptura y la salida de la hernia y por la contractura muscular regional. Conocer cuál es la patología antes de elegir el mejor tratamiento
Para entender la sintomatología que produce una hernia de disco y el tratamiento adecuado, hay que conocer en qué consiste esta patología de la columna vertebral.
La hernia de disco se produce cuando, por cambio de su consistencia o por un desplazamiento, un disco que separa dos vértebras, se mueve del lugar que le corresponde.
Este pequeño desplazamiento que sufre el disco determina que un elemento noble, como lo es la médula espinal, quede comprimida dentro de estructuras sólidas y rígidas como lo son las vértebras, los discos intervertebrales y los ligamentos.
El resultado de la compresión, especialmente si interesa a las vías sensitivas medulares, es la brusca aparición de un dolor agudo en el nivel donde se produjo la hernia.
De acuerdo al grado de desplazamiento discal, así será el pronóstico de dicha patología. Cuando el compromiso es leve, el tratamiento es conservador, es decir, sin intervención de cirugía. Por el contrario, cuando el síndrome doloroso no cede y aparecen otros síntomas neurológicos que implican un mayor compromiso medular, la única solución es la cirugía.
Toda sintomatología compatible con una hernia de disco lumbar deriva en un tratamiento conservador, basado en dos estrategias: 1) tratamiento clínico, con prescripción de medicamentos antiinflamatorios no esteroides, analgésicos y 2) tratamiento kinésico, por lo menos por seis semanas que consiste en la aplicación de ultrasonido, onda corta, microondas, masoterapia, etc...
En los casos en los que no hay respuesta al tratamiento o aparecen signos de mayor compromiso neurológico, como síntomas de adormecimiento en una de las piernas o disminución de la fuerza, debe plantearse la necesidad de una intervención quirúrgica.
En la actualidad, existe un novedoso tratamiento relacionado con la medicina natural, que sin embargo requiere ser realizado por profesionales.
El tratamiento consiste en la aplicación de inyecciones de ozono en músculos paravertebrales. Luego inyección dentro del disco intervertebral. Se hace en forma ambulatoria, con anestesia local y control radiológico.