¿Podemos prestar atención a todo lo que está a nuestro alrededor? Sin dudas que no, porque la atención es un recurso limitado. No tenemos la capacidad para percibir todo todo el tiempo, sino que nuestros recursos atencionales están dirigidos hacia algo específico en un momento dado. Por esto, solo percibimos conscientemente aquello que está en nuestro foco de atención.
La complejidad de esto y la forma en que nuestro cerebro es capaz de focalizarse en porciones específicas del mundo que nos rodea han atraído por décadas la curiosidad de los neurocientíficos, principalmente, porque la atención es necesaria para la gran mayoría de nuestras funciones.
Nuestras acciones y funciones cerebrales involucran la atención. Es por eso que no podemos entenderla como un único proceso. Hoy reconocemos que existen distintos tipos de atención que dependen de una compleja red cerebral que incluye regiones de los lóbulos frontales y parietales, entre otras. Por ejemplo, si estamos conversando con alguien en una fiesta con mucho ruido de fondo debemos poner en marcha una atención selectiva para poder filtrar los sonidos irrelevantes y atender solamente a aquello que nos interesa. En otros casos, debemos concentrarnos en una misma tarea por un período de tiempo prolongado. Entonces se activan los circuitos de la atención sostenida. Otras veces necesitamos poder focalizarnos en más de un estímulo a la vez, y es allí que la atención dividida nos permite alterar el foco entre distintos estímulos. Tan rápido es este cambio, que muchas veces pasa inadvertido y nos da la sensación de que estuviéramos haciendo más de una cosa a la vez. Sin embargo, la mayoría de los estudios demuestran que esto es en realidad una simulación: la forma con la que nuestro cerebro alterna el foco de atención entre un estímulo y otro es tan veloz que pareciera estar atendiendo literalmente a más de un estímulo al mismo tiempo. A propósito de esto, gran parte de la investigación en neurociencias de los próximos años seguramente estará dedicada a entender la forma en la cual la creciente cantidad de estímulos que recibimos impacta sobre nuestro cerebro.
Los problemas de atención pueden afectar otras funciones cognitivas. Por ejemplo, algunas personas sienten que su memoria está fallando y, sin embargo, puede ser que la dificultad esté dada por problemas en la atención que luego se traducen a una mayor dificultad en memorizar datos o eventos: ¿cómo podemos recordar aquello a lo que no le hemos prestado atención? Cuando reflexionamos sobre la atención, se vuelve evidente su trascendental rol ya que es lo que nos permite abrir la puerta para acceder al mundo que nos rodea. La atención es clave para cada una de nuestras acciones cotidianas y es una aliada inigualable de nuestras funciones mentales superiores.