Los humanos, como somos básicamente seres sociales, tenemos una tendencia a adoptar formas de pensar y actuar que encontramos en el entorno social. Esto moldea nuestras preferencias de forma implícita. Por ejemplo, solemos buscar el reconocimiento social, que actúa como recompensa ante determinadas acciones que tienen un valor social. Ese valor puede ser tan alto que en ciertas ocasiones puede llegar a influir en la conducta de una persona mucho más que un incentivo monetario. Así, las personas tienen un estímulo para tomar decisiones que estén alineadas con los intereses del grupo.
La toma de decisiones depende también de nuestras preferencias y creencias, que se forman a partir de las relaciones sociales. El conjunto de las relaciones sociales del que formamos parte (la red social) es la principal fuente de información acerca de qué conductas son adecuadas y qué actitudes debemos tener respecto a determinados asuntos. Dentro de una red social las personas pueden aprender conductas nuevas o pueden recibir refuerzos para las conductas que ya poseen, que transforman a esta en una pieza fundamental del orden social. De hecho, es más probable que una persona adopte una conducta nueva o genere un cambio si alguien cercano o importante lo hace.
Muchas de nuestras actitudes, que juegan un rol esencial en el momento de tomar una decisión, surgen de las relaciones entre personas. La forma en la que vemos el mundo y lo pensamos parte de la comprensión que tiene nuestra comunidad sobre él. Los conceptos, relaciones, categorías, estereotipos y todo aquello que compone nuestra forma de entender el mundo conforman modelos mentales. Cuando los compartimos se fortalecen la cohesión y la cooperación dentro del grupo, y esto facilita el entendimiento al momento de resolver problemas colectivos. Dentro de un grupo también surge una serie de creencias compartidas sobre lo que es esperable y lo que no (más conocidas como normas sociales), las que determinan en gran medida la toma de decisiones de sus individuos. Seguir normas está en nuestra naturaleza, venimos al mundo con un mecanismo que nos permite observar las interacciones de los que nos rodean e imitarlas; algunas veces de forma consciente y otras veces de forma no consciente.
De esta manera, las identidades sociales que desarrollamos, las redes y normas sociales que rigen en nuestro entorno tienen una gran influencia en nuestra toma de decisiones.
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