Las horas de sueño que necesitan los niños difieren según su edad y van desde 14 a 15 horas en el primer año de vida y desde 10 a 11 horas entre los 5 y 12 años (incluyendo la siesta).
Aproximadamente el 10% de los niños son propensos a los ronquidos crónicos. La causa más frecuente es el agrandamiento excesivo de las amígdalas y adenoides pero existen otras de menor frecuencia como por ejemplo las malformaciones craneofaciales (mandíbula pequeña, paladar estrecho) y la obesidad infantil, explica el especialista, doctor Enrique Mansilla (MN 26.379), integrante de la red de pediatras "Niños sanos, niños felices".
Además se estima que uno de cada diez niños que roncan, presenta apnea del sueño caracterizada por la ausencia de respiración durante un lapso de tiempo determinado en lo que el niño deja de roncar aunque sigue haciendo movimientos respiratorios fallidos. Esto ocurre ya que el aire no entra a la vía respiratoria en un tiempo mínimo equivalente a tres o más respiraciones de la frecuencia normal, y que termina con un ruido o ronquido fuerte con lo que se reanuda la respiración.
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Cuáles son los síntomas que deben alertar a los padres:
• Ronquido con respiración bucal sobre todo cuando esta boca arriba.
• Reconocer baba que moja la almohada.
• Hundimiento del tórax y de los espacios entre las costillas, lo que marca el esfuerzo respiratorio.
• Despertares que no son completos con cambio de posición.
• Sudoración profusa nocturna.
• Pesadillas o temores nocturnos incluso sonambulismo.
• Enuresis o hacerse pis en la cama.
• Si el Síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAHOS) permanece en el tiempo se podrían producir una serie de secuelas o complicaciones que están absolutamente demostradas. Por ejemplo:
• Cada vez que el niño deja de respirar, baja la concentración de oxígeno siendo esto muy importante ya que altera el desarrollo neuronal.
• El SAHOS produce disminución de la secreción nocturna de hormona de crecimiento lo que lleva a la falta de desarrollo de estatura. Además por la dificultad respiratoria esta alterado el olfato y el gusto lo que provoca una disminución del apetito y consecuentemente del peso corporal.
• Agresividad, hiperactividad, falta de concentración, retraso del lenguaje y rendimiento escolar.
• Catarros, otitis y neumopatías con insuficiencia respiratoria.
• Trastornos cardiovasculares como alteraciones del ritmo cardiaco y aumento de la frecuencia de los latidos con posterior alteración del tamaño y la función cardíaca.