Mientras Diego Starópoli viajaba con su familia en motorhome, ayudó a cientos de mujeres sobrevivientes de cáncer de mama.

Gracias al tatuador argentino Diego Starópoli y su familia, trescientas diez mujeres, sobrevivientes de cáncer de mama, de diferentes países volvieron a tener areola mamaria. Todo esto sucedió mientras que la familia viajaba en un motorhome desde Ushuaia a Alaska, al mismo tiempo que iban realizando “tatuajes sanadores” a las personas mastectomizadas que se les acercaran solicitándolo.

Diego Starópoli (50), Elizabeth Gordillo (50) y sus dos hijos Iván (18) y Thiago (12) partieron el 26 de diciembre de 2021 desde la puerta del comercio familiar Mandinga Tatoo en Villa Lugano a bordo de un utilitario totalmente equipado como casa rodante que bautizaron como “Cazador de Sueños”.

La travesía fue de 214 días y 52 mil kilómetros a través de 15 países que el 27 de junio los encontró en Alaska y que concluyó el 29 de julio en Miami, cuando el motorhome fue fletado en barco para Buenos Aires y ellos se tomaron un avión con idéntico destino.

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En algunos países llegaron a tatuar a 76 mujeres en tres días.

En algunos países llegaron a tatuar a 76 mujeres en tres días.

“Era uno de mis sueños desde la adolescencia y durante la pandemia nos planteamos ‘tenemos 50 años los dos, hace 32 años que estamos juntos, tenemos dos hijos ya adolescentes…¿qué estamos esperando? ¿A que nuestros hijos sean más grandes y no quieran venir con nosotros? ¿Quién te dice que vamos a llegar a los 60 ó 70, después de una pandemia como la que pasamos?’”, explicó Starópoli.

“El viaje también lo pensamos con una oportunidad para acercarnos más a nuestros hijos adolescentes y entre ellos como hermanos”, contó Eli.

El tatuador dijo que lo que inicialmente iba a ser solo una experiencia familiar fue madurando como un viaje solidario cuando la productora del programa de TV Mandinga Tatoo “comenzó a darme manija con que había que filmar el viaje” y aprovechar para tatuar mujeres en países donde no hay tradición en la realización de este tipo de trabajos.

“Yo tatué mucho, sin parar, desde los 20 a los 41 años, de manera comercial. Después me dediqué a la parte más empresarial del negocio, pero las sobrevivientes me trajeron de vuelta a estar activo y hoy me dedico solo a esto como un homenaje también a las mujeres de mi familia, porque mi abuela y mi mamá tuvieron cáncer de mama y una tía falleció de esto”, contó.

A lo largo del recorrido no tatuaron en todos los países, sin embargo, en algunos –como en San José de Costa Rica- llegaron a tatuar a 76 mujeres en tres días. Y cuando esto ocurría, no pasó desapercibido para los medios locales ni para las autoridades, como el alcalde de Tegucigalpa que los reconoció como “visitantes distinguidos” de Honduras.

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El alcalde de Tegucigalpa los reconoció como “visitantes distinguidos” de Honduras.

El alcalde de Tegucigalpa los reconoció como “visitantes distinguidos” de Honduras.

“Lo que logramos es que se entienda y conozcan lo que hacemos, porque en algunos países incluso los tatuadores no estaban al tanto de este tipo de trabajo”, contó Eli.

El “Mandinga Tour” se desplegó por Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panama, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, México, Estados Unidos y Canada.

A algunos países -como México y Honduras- los Starópoli llegaron habiendo concertado previamente con tatuadores locales u organizaciones de sobrevivientes de cáncer de mama tanto la realización de sesiones de tatuajes sanadores como charlas de sensibilización y capacitaciones.

Si bien la mayoría de los tatuajes sanadores realizados fueron areolas mamarias, también hubo sesiones gratuitas para tapar cicatrices, otro de los ejes de trabajo de la Fundación Mandinga Tatoo.

Una financiación que no ocurrió

En un momento todo el viaje iba a ser filmado para por una empresa internacional de televisión por suscripción y llegaron a firmar un precontrato, pero finalmente los Starópoli decidieron dar marcha atrás porque no querían que “el viaje familiar soñado por décadas se transforme en un reality”, con un guion que respetar y movimientos restringidos por las exigencias del show.

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A lo largo del viaje se tomaron un tiempo para encontrarse en Baja California con otra familia de viajeros argentinos en motorhome, los Amunches que llevan 19 años recorriendo América.

“Estuvimos con nuestros motorhome estacionados al lado, junto al mar turquesa, con delfines, con tiburones con mantarrayas. Bien de película”, recordó Eli.

Punto de inflexión

Un punto de quiebre en el viaje se produjo cuando el mayor de sus hijos, estando en Los Ángeles y faltando 4.800 kilómetros -unos 15 días- para llegar a la frontera con Alaska, les imploró volver solo a Argentina porque extrañaba demasiado.

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El local donde trabaja Diego Starópoli.

El local donde trabaja Diego Starópoli.

“Le sacamos un pasaje y dos días después éramos tres”, contaron.

Más allá de que Iván “era el único que hablaba inglés”, ya nada fue lo mismo para la pareja, que acortó en varios meses el viaje por ese retorno anticipado.

Ya devueltos totalmente a la rutina, la familia comenzó a extrañar los días de ruta y quieren embarcarse nuevamente en una aventura incluso a escala planetaria, aunque ahora ya no les molestaría financiarlo a través de una realización audiovisual, ya sea como una road movie o una miniserie documental.

Con información de Télam

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