Alrededor del año 1800 el vendedor de juguetes alemán Arnold Bastelmeier fabricó una serie de piezas de madera que se encajaban entre sí para formar una figura. Este fue el origen de los puzzles o rompecabezas modernos, que con el tiempo se fueron haciendo en plástico o cartón. Sin embargo, ya en el siglo II después de Cristo, Arquímedes había estudiado y diseñado sendos rompecabezas geométricos. Uno de los más importantes, el Loculus, consistía en 14 piezas diferentes encajadas como un puzzle dentro de una caja cuadrada, que permiten formar un número indefinido de figuras de diversas formas.
Sabios como Aristóteles o Platón habían diseñado ya rompecabezas y juegos de acertijos que, transformados, se conservan actualmente. Por ejemplo, los primitivos acrósticos son los “padres” del famoso “Scrabel”.