La mosca es un juego de naipes de origen francés de la familia de la bestia, el pánfilo, el tomate o el loo inglés. Este antiguo juego apareció a principios del siglo XVIII y figura en la Academia de Juegos, de Francia, desde 1718 como un juego de provincias, que aún no era conocido en París.
Rápidamente la mosca se hizo muy popular en Francia, donde se conoce con muy diversos nombres y variantes. Debido a la similitud del nombre original, mouche, con el del mus, algunos autores lo citan como un precedente de ese juego. Sin embargo, se trata de dos juegos completamente diferentes.
La mosca se juega con barajas francesas, en ese caso cada uno de los cuatro palos tiene 8 cartas, rey, dama, valet, as, diez, nueve, ocho y siete. También se puede jugar con barajas inglesas, con un número de naipes de 32 a 52 y pueden intervenir entre 3 y 6 jugadores o si desean hacerlo más, deberán agregar cartas. El objetivo del juego consiste en lograr el mayor número posible de puntos al ganar las bazas en juego.
Para comenzar la partida, se sortea el primer dador. En las manos siguientes, el turno irá pasando entre los jugadores hacia la izquierda, siguiendo el orden normal de juego. El dador repartirá cinco cartas a cada jugador, en dos veces, primero dos cartas, luego tres, y de izquierda a derecha. A continuación, descubrirá la siguiente carta para marcar el triunfo y colocará en el plato una ficha por jugador. Empezando por el jugador mano, cada jugador indicará su intención de participar en el juego, ya sea manifestándolo explícitamente, declarando las cartas que desea cambiar en el descarte, o de abandonar la mano, para lo que deberá decir "paso". Si todos los jugadores pasan, el mano recoge las cartas y se convierte en el siguiente dador. El dador reparte las cartas que cada jugador ha pedido, y se procede al juego de las bazas.
Luego de jugarse las cinco bazas de la mano, los jugadores cuentan los puntos ganados. Si algún jugador no ganó ninguna baza, debe pagar dos fichas al plato. El jugador que ha ganado más puntos gana el contenido del plato. El ganador de la partida es el jugador que tiene más fichas cuando se llega al término del juego acordado. La partida llega a su fin al cabo de un cierto número de manos jugadas o al cabo de un período de tiempo.
En cada mano de la mosca se da a uno de los palos un valor especial que permite que sus cartas ganen a las de los otros palos, independientemente del valor relativo de éstas. Entre las cartas del palo de triunfo se sigue manteniendo la misma relación de orden que entre las cartas del resto de los palos. El palo de triunfo de cada mano se determina mediante sorteo, al descubrir la carta siguiente del mazo después de haber dado cinco cartas a cada jugador.
Si después del reparto inicial de las cartas, a un jugador le han correspondido las cinco cartas del mismo palo, se dice que tiene la mosca y gana el plato sin necesidad de disputar las bazas. Si hay más de un jugador que tiene las cartas del mismo palo, gana el que las tiene de triunfo y, si ninguno de ellos tiene cartas de triunfo, gana el que tiene las cartas de más valor. También puede suceder que nadie tenga la mosca después del reparto inicial y se proceda, entonces, a los descartes. Otra posibilidad es que uno o más jugadores tengan la mosca después del reparto inicial, en cuyo caso se procederá a determinar el ganador de la mano y, por lo tanto, del plato, entre estos jugadores sin que se deban disputar las bazas.
El plato es el depósito en el que se van colocando las diversas puestas y pagos de los jugadores, que serán el premio para el ganador. Después de repartir las cartas, el dador coloca en el plato una ficha por jugador. Esta puesta primera se denomina "la mosca simple".