Ante la pregunta de un futbolero proveniente del otro lado del océano Atlántico que quiera saber sobre algún club representativo del ascenso en Argentina, la respuesta no se duda y es más que contundente: Dock Sud, señor.
Allí están sostenidos, a viva voz, los colores y la pasión; y, más allá de las alegrías de los goles convertidos y las tristezas de los recibidos en el arco propio -algo que ocurre en todos lados-; aquí está plasmada la sonrisa permanente al sentirse, el hincha, dueño de una región, que se evidencia plena gracias al azul y oro que inunda sus calles en el sur del conurbano bonaerense desde hace 100 años. Sí, toda su centenaria vida.
El tránsito por diferentes categorías, desde la primera hasta la última, hace al Docke un referente, un club único en su especie, que cuenta con avales como para esparcir su orgullo, pues, cada simpatizante tiene su anécdota, esa que repite en cada reunión familiar, en cada asado... "Ese día no me olvido más, estaba en aquel rincón y grité el gol con locura"; "Esa jornada de lluvia traje a mi pibe, primera vez en la cancha, y es hoy que todavía me agradece hacerlo del Docke"; "Qué me van a venir con otros clubes, éste tiene todo, me da todo, es mi vida"...
Por eso, se remarca, señor, usted que quiere conocer el fútbol argentino, no lo dude: Dock Sud. Pero, ya no hace falta repetirlo. Cuando vuelva de Europa, en algún momento, por la circunstancia que considere, no importa cuál, ya, apenas baje del avión, va a tener puesta la casaca que corresponde, con el azul y oro a todas partes...
Allá por 1933 era una entidad adolescente, dando sus pasos iniciales, mientras en el país transcurría la época de transición del fútbol entre su periodo amateur y el profesionalismo. Y fue esa temporada la que lo vio a Dock Sud ubicado en lo más alto, sellando su primer y, hasta el momento, único título, en el marco de lo que fue la denominada Copa Campeonato.
Se posicionó en la cima por delante de su inmediato perseguidor, Nueva Chicago, mientras que Banfield completó el podio. Y de esa manera le dio rienda suelta a la alegría que colmó todos los rincones de la región, disfrutando al máximo de un logro que lo pone, de forma permanente y para la eternidad, en cada uno de los suplementos de estadísticas que sostienen los especialistas en la previa a cada certamen.
Y sí, ahí está, se lo mira y hay chicos que no lo pueden creer. Pero es verdad, el Docke, esa pasión inigualable, cuenta con una consagración. Parece lejana en esa convulsionada década del 30'. Pero existe y lo certifican los números. A la distancia, entonces, el orgulloso les infla el pecho a todos.
El Azul y Oro deambula desde hace tiempo en el ascenso. Busca consolidarse y sueña en grande con pegar el gran salto de calidad para, por qué no, volver en algún momento a la elite, esa que, en sus últimos suspiros como amateur, lo vio campeón. Sino, a preguntarle a cualquier pibe que vista esos colores. Va a decir, firme y sin dudar: "Yo salí campeón. ¿Y vos?".