La iniciativa surgió de los chicos de la entidad, muchos de los cuales han sufrido situaciones de este tipo. Comenzaron a recorrer los barrios para tender una mano a otros jóvenes para luego instalar esta carpa.

En Claypole, jóvenes orionitas recorren las calles y las estaciones de tren para acercar a personas en situación de calle un alimento y su compañía en noches de frío y soledad, siguiendo el ejemplo de Don Orione, el llamado santo de la Providencia.

Muchos de ellos, son chicos que están en recuperación y han vivido en la calle.

Salir al encuentro del otro y actuar como el "Buen Samaritano" fue lo que los motivó a instalar una Carpa Solidaria en inmediaciones de las tres estaciones de la Línea Roca más cercanas al Pequeño Cottolengo: Claypole, Ardigó y Florencio Varela, para "tender una mano ante el desamparo que viven tantos hermanos".

Los jóvenes que concurren al centro barrial del Hogar de Cristo Don Orione de Claypole comenzaron a recorrer sus barrios, haciendo foco en las pibas y pibes en situación de calle. Fue un proyecto que iniciaron ellos, que están rearmando su vida fuera del consumo de sustancias, y al que luego se sumó el resto de la comunidad de la parroquia Sagrado Corazón.

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Distintos testimonios

Reunidos en ronda, uno a uno van contado cómo empezaron con esta experiencia: "Nosotros nos ocupábamos de conseguir el flete, cargar la carpa y la cocina, armarla cuando llegamos, cocinar y todo", cuenta Fabián, que estuvo desde el comienzo.

En los momentos de mayor despliegue llegaron a servir una merienda de mate cocido y pan, sumada a 200 porciones de comida que repartían en esas estaciones.

Brian y Agustín, en tanto, narraron que cuando empezaron las recorridas iban a la estación de Florencio Varela llevando 45 porciones y volvían sin nada. "Los días que llovía torrencialmente nosotros armábamos todo igual porque habíamos dado nuestra palabra y sabemos lo que es estar bajo la lluvia; no sabés lo reconfortante que es un plato de guiso cuando hace frío", remarca Fabián. "La gente siempre nos estaba esperando", coinciden Agustín y Brian.

Mariela, una de las que también formó parte del grupo inicial, recuerda que "tenía que gritar llamando la atención para que la gente se acercara, o le preguntaba a los vendedores ambulantes si habían visto gente que necesitaba, así nos quedábamos sin nada".

Sebastián asiente y valora la sensación de volver a encontrarse con los compañeros en la Carpa después de haber repartido todo. Luego de un silencio, acota: "Estar en la calle es lo peor, ves sufrimiento, golpes, alcohol… creo que nosotros devolvimos algo de lo bueno que nos dieron… Lo más lindo que me pasó estando en la Carpa fue entregarle la bandeja a la gente mayor, que te miren a la cara y que te digan ‘gracias’... Te los querías llevar a tu casa".

En tanto, Martín fue quien recordó cuáles fueron sus orígenes: "Nosotros estamos ayudando a los que estaban en la misma situación que nosotros, no es que nosotros estuviéramos en una situación económica o emocional ‘allá arriba’; cuando empecé a ayudar yo todavía estaba en consumo y dormía en la estación de Claypole", revela.

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