Los capítulos, cinco dirigidos por Adrián Caetano, tienen como denominador común la pasión y la tragedia. Se tomaron momentos clave de la historia y algún episodio singular del espectáculo del país
ocas veces los argentinos nos animamos a vernos en el espejo en la pantalla chica a través de la ficción. Comenzó tímidamente en 2006 con la tira Montecristo en Telefé y en 2008 se profundizó esa línea con el ciclo Televisión por la Identidad por la misma emisora; y este año, en conmemoración del Bicentenario, tampoco quiso dejar pasar la oportunidad para mostrarnos cómo somos, con nuestros defectos y virtudes. El miércoles próximo a las 22.30 se estrena el primer capítulo de una serie de seis en total de Lo que el Tiempo nos Dejó, una producción de la emisora en conjunto con Underground (Sebastián Ortega), que reúne a un elenco de lujo y un gran despliegue de producción para ficcionalizar los hechos históricos que nos marcaron como país durante el siglo XX. En cada capítulo se podrían hacer las siguientes preguntas: ¿qué nos pasó?, ¿por qué tanta sangre derramada?, ¿cuántas heridas históricas todavía nos falta cicatrizar y cerrar? Todos los episodios están unidos por un mismo pasaje: de la pasión a la tragedia. No se puede pasar por alto el dato de que Telefé es el único canal de aire privado que por un momento se toma un descanso de esa alocada carrera por el rating. Nos vuelve a poner un espejo a los argentinos. Una propuesta que ha sido bienvenida, en principio, por actores, productores, guionistas; porque si no sería imposible reunir a una multitud de figuras para una ficción. Cuando se estrenó Televisión por la Identidad la pregunta era si los argentinos estábamos en condiciones de pasar la prueba. De acercarnos un espejo, y la respuesta en su momento fue muy satisfactoria. En el año del Bicentenario Telefé, con seis episodios puntuales de nuestra historia del siglo XX nos propone un nuevo reencuentro con el espejo. Para algunos debería ser un deber pararse frente al espejo y para otros una invitación. Sea como fuera, estas propuestas siempre son bienvenidas para la televisión, casi siempre tratada como una caja boba. “Bajé de peso para interpretar a Eva” El primer capítulo arranca con Mi Mensaje, que aborda los últimos días de vida de Eva Perón. Por segunda vez, la actriz Laura Novoa fue convocada para ponerse en la piel de la abanderada de los descamisados. La primera ocurrió en la película Ay! Juancito (2004) y ahora para televisión. “Varias actrices interpretaron a Evita. El aporte que le doy lo dirá el público. Estudié mucho para hacer ese personaje, más allá que yo ya lo había hecho en cine. Fue otro desafío. Trabajé con un coach, laburamos desde los discursos hasta su cuadro político. Esta Evita para mí no sólo tenía que ver con lo que le pasa, que en sí es un montón, sino que se abordó su faceta afectiva. Creo que había que estudiar mucho más que si me hubieran llamado para hacer una Madre de Plaza de Mayo. Convengamos que éste era un ‘personajón’, cuya figura sigue estando muy adherida a la memoria colectiva de mucha gente”, contó la actriz. El llamado le llegó a Novoa mientras grababa una participación especial en Botineras, producida también por Ortega. “Habré estado un mes leyendo el guión con el personaje y después grabarlo llevó una semana. Como abordo el personaje desde su deterioro físico me puse a dieta para adelgazar. Lo hice porque me parecía lo correcto porque nadie me lo pidió. No sé cuánto bajé. Lo que sí sé es que mi hija me prohibía que la fuera a buscar al colegio porque estaba horrible”. Para su interpretación la actriz se basó “en una mujer que muere con un ideal. Hoy, sin embargo, los ideales son tan poco importantes en una política apoyada sólo en lo económico, en la transa. Con Evita el pueblo creía en un político porque podía morir por una causa. Esto es lo que traspasa en Evita, al margen de si sos peronista. La verdad es que esta mujer que con 33 años muere con 37 kilos atada a un auto en su última aparición pública, con un arnés para poder saludar a la gente y seguir acompañando a lo que ella creía, equivocada o no, a mí me llena de admiración y de placer. Desde ese lugar traté de hacerlo y con esa fuerza”. Sobre la televisión en la que abundan los formatos de realities y perlitas de la TV, Novoa sostuvo que “la gente se está cansando un poco de la televisión (se queda pensando y no se anima a nombrarla)... puntos suspensivos... y ojalá se puedan volcar a la ficción, a los actores, porque está lleno de técnicos y de guionistas de verdad. Esto para un actor es la frutilla de la torta. Para un actor es la gloria”. El beso escalofriante A Cecilia Roth le tocó ponerse en la piel en una de las primeras Madres de Plaza de Mayo en el capítulo La Caza del Angel y que por su historia personal, la actriz siente que ella podría haber sido una de las desaparecidas. “En la dictadura militar yo me fui a los 17 años a vivir a España. Nos tuvimos que exiliar en agosto de 1976. Mi papá escribía en el diario La Opinión (que dirigía Jacobo Timerman y que fue secuestrado por los militares) y por el consejo de mucha gente mis padres decidieron irse. Y agradezco habernos ido porque no sé qué hubiese pasado si nos quedábamos”. En La Caza... Roth interpreta a una madre que le desaparece la hija y se une a otras que les sucede lo mismo. El punto de encuentro es una iglesia y allí se encuentran con un muchacho joven y apuesto que buscaba a su hermano. Era el infiltrado Alfredo Astiz, que obedecía al ejército de la Marina y la escena más escalofriante es cuando él (Mike Amigorena) le besa la frente a Mabel (Roth). “Para mí, la vuelta a la Argentina con la democracia fue el reencuentro con mi propia historia personal y el poder cerrar un paréntesis que podría haber quedado abierto. En la ficción soy una madre que busca a su hija que podría haber sido yo misma en esa época”, contó la actriz con cierto escalofrío. En el cine también abordó el tema en la película Kamchatka (2002). Ella junto a Ricardo Darín eran dos profesionales militantes con dos hijos perseguidos por la dictadura. “A mí me parece fundamental que estos hechos históricos se aborden en la televisión porque tenemos con qué hacerlo, hay capacidad actoral, talento técnico y contamos con un gran equipo artístico en todo su espectro”. Cuando se le preguntó por la televisión de Tinelli y sus derivados, Roth fue muy firme: “Yo no pienso en eso. Ni siquiera pienso si son tendencias o qué. Ni siquiera entendí tu pregunta. Lo que me parece genial es juntarse, tomarse el tiempo y hacer un proyecto de estas características. Yo tengo la absoluta certeza de que lo que nos emociona a nosotros le producirá lo mismo al público cuando lo vea”. “Cuando estaba viendo los trailers de los capítulos de otros compañeros me emocioné hasta las lágrimas. Yo soy espectadora de esta tele. Como sociedad deberíamos estar preparados para ver todo esto. Nosotros somos parte de la sociedad y lo podemos ver y nos emociona. No nos tenemos que subestimar como sociedad. Para mí esta tele es una mezcla de responsabilidad, deber, de placer, de orgullo, para humildemente acercarse a la historia”, remató Roth. Luly Vitcop

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