En diciembre pasado decidió hacer un cambio de entrenador y dejar a Toni, su tío. Carlos Moyá comenzó a trabajar en la confianza e ilusión perdidas del tenista. Cómo influyó la edad de Rafa en la búsqueda de nuevas estrategias y refuerzos de ideas. La dieta y gimnasia japonesa, parte del secreto

Los dolores quedaron en el pasado. Las rodillas le responden. El Trofeo de los Mosqueteros de Roland Garros volvió a sus manos. Es su Grand Slam número 15, impensado hace dos años. Es que Rafael Nadal, que a partir del lunes volverá al puesto número dos del mundo, tuvo que cambiar, y mucho: desde su entrenador hasta el físico. Un hombre de 31 años que experimentó y obtuvo el mejor de los resultados.

Cuando en 2008 llegaba al puesto número uno, batallaba contra Roger Federer en épicas finales y hasta se daba el gusto de ganar el oro olímpico en Pekín, Rafa lucía como un increíble Hulk con una raqueta. Sus sponsors de indumentaria lo vestían con remeras a punto de explotar por los marcados bíceps. Toda una exitosa maquinaria fitness. Pero los dolores en sus rodillas (le diagnosticaron Síndrome de Hoffa), muñecas, rodillas, espalda, tendones y pies, así como calambres y mareos, provocaron un replanteo físico, puesto que las penurias eran interminables.

Rafael Nadal

Nadal en tiempos de grandes músculos

Joan Forcades, preparador físico del mallorquín, elaboró una rutina y dieta para reducir el peso, pero no su musculatura. Un plan minucioso para hacerlo más veloz, ágil y reforzar sus piernas para evitar que vuelvan a sufrir por la masa muscular que debían soportar (1.85 metros y 85 kilos).

En otra de las implementaciones, el multicampeón incursionó en el do-in, una gimnasia japonesa destinada a la conciencia corporal, la concentración, el automasaje y calentamiento de las articulaciones, una vía para combatir el estrés, renovar energías y dolores en la espalda.

"He hecho las cosas como tocaba fuera de pista. Lo que me mantiene vivo es la ilusión por volver a ganar grandes títulos porque entrenar por entrenar ya es aburrido", contó Nadal sobre lo que vive en su interior. No es para menos, ganó diez veces Roland Garros y no perdió nunca una final en esa tierra parisina.

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Pero la razón de la vuelta a su gran nivel se encuentra también en Carlos Moyá, su gran amigo. Comenzó a ser su entrenador en diciembre del año pasado, una temporada que lo vio coronarse solamente dos veces a Nadal: Barcelona y en el Masters 1.000 de Montecarlo, una cifra muy baja para un hombre que llegó a ganar hasta 10 torneos en 2013.

Atrás quedaron el mentor y la sapiencia del tío Toni Nadal. Necesitaba confianza. Moyá apuntó a eso y a dejar atrás la transición para recuperar la ilusión.

"Intentamos hacer los entrenamientos más cortos. A veces no puedo hacerlo porque a él le gusta entrenar y está habituado a largas prácticas. Pero yo prefiero sesiones más cortas de más intensidad y más específicas", contó Moyá al británico The Telegraph.

"Intentamos hacer los entrenamientos más cortos. A veces no puedo hacerlo porque a él le gusta entrenar y está habituado a largas prácticas", contó el entrenador Carlos Moyá a The Telegraph.

Se adecuó al presente y a la edad (como primordiales) de su entrenado Moyá: "Cuando tienes 16, 17 o 18 años es distinto porque estás en una etapa de formación y necesitas horas. En este momento, necesita estar fresco y es por eso que tienes que ser cuidadoso”.

No es sólo talento el que irradia en los courts Rafael Nadal, detrás existe un esfuerzo mayúsculo para poder soportar su mentalidad y capacidad ganadora. Volvió e imparable.

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