Villa General Belgrano lleva a flor de piel el espíritu cervecero del país. Con raíz centroeuropea, la fiesta de origen alemán despierta intensas sensaciones cada vez que llega octubre. La Oktoberfest Argentina comenzó el viernes y se prolongará hasta el 16; es la fiesta de la cerveza más antigua de Sudamérica y la tercera en importancia en el mundo, luego de Munich y Blumenau.

La Fiesta Nacional de la Cerveza, nacida en la década del ‘60 y conocida también como la Oktoberfest Argentina (fiesta de octubre en lengua alemana), tuvo sus primeros pasos en el año 1957 a partir de una celebración de los vecinos de Villa General Belgrano que se reunieron con motivo de la terminación del asfalto, que culminó en un asado y así comenzaron a juntarse cada año.

Fue la excusa perfecta para iniciar el camino hacia la concreción de una fiesta que reeditara el Oktoberfest de Munich, Alemania y así comenzaron a juntarse cada año.

Si bien la fiesta inició oficialmente en 1960, recién se institucionalizó en su cuarta edición en 1964 y fue un éxito rotundo, se prepararon unos tablones en la plaza y cada visitante se acomodaba para degustar las recetas centroeuropeas, como el Gulash mit spatzie, un estofado de carne con ñoquis y salsa, entre otras exquisiteces; años más tarde aparecería también en escena la famosa bagna cauda representando a la colectividad italiana.

En octubre, el ansioso y más esperado mes por los habitantes de Villa General Belgrano, renace la veneración por una de las bebidas más antiguas del mundo, la cerveza. Durante 11 días corridos, la villa serrana se viste de colores típicos que se observan en los trajes de las colectividades que participan de los desfiles en cada jornada. Aquí conviven las culturas centroeuropeas con la argentina y otras manifestaciones, enriqueciendo la diversidad que se expresa en las calles de la ciudad.

Al ritmo de la música y la danza de distintas nacionalidades, el desfile se dirige hacia el escenario en el patio cervecero para dar inicio al día festivo. El plantado del Maikranz (árbol de la fiesta) y el festejo del Día del Pueblo, que coincide con la celebración, se viven como parte de esta tradición.

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Pero toda la atención en el escenario se la lleva el Espiche (golpe en el vientre), este ceremonia es el primer evento en el escenario y que da comienzo a los espectáculos de las colectividades. Se trata de la apertura del primer barril de cerveza de la jornada. Los encargados de la tarea son los “espichadores”, quienes colocan al barril, previamente agitado para darle presión y una canilla, con la intención de que al abrirlo con el primer golpe salte la mayor cantidad posible de espuma, que cae como llovizna sobre el público que empuña sus jarros.

Mientras se organizaba la edición del año 1979, se sugirió incorporar características al estilo de la Oktoberfest de Munich. Así fue como apareció en el pintoresco cuadro postal el “Munchner Kindl” (Pequeño Monje), el personaje más importante de la fiesta alemana. Este personaje presente en el escudo de la ciudad germana, representa a los Monjes Franciscanos, responsables de elaborar cerveza en la región de Baviera, utilizando los conocimientos y recetas milenarias de los sumerios y egipcios.

El aire de la fiesta contiene los aromas de las recetas de antaño que perfuman parte de la historia de los inmigrantes, que llegaron al país acompañando a las diferentes colectividades centroeuropeas. Salchicas con chucrut, bretzeln, gulash entre otras propuestas despiertan todos los sentidos y abren el apetito, el buen comer es parte de la Oktoberfest Argentina.

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