Rocas, verde, mucho verde, una imagen divina, miles de pañuelos y toda la fe. Eso es Sierra de los Padres. Distante a 26 km. de la ciudad de Mar del Plata, dentro del partido de General Pueyrredón, perteneciente a la provincia de Buenos Aires, se halla la localidad serrana, un paraíso cerca del mar

Desde La Feliz, saliendo por la Avenida Luro hasta encontrar la ruta nacional 226, se llega a este bello lugar, que posee una rica historia. Conocida como la “Ruta Jardín”, a ambos costados de este camino es posible ver paisajes de enorme belleza.

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A pesar de tener una reducida población estable, se incrementa su número con los visitantes que, en épocas de buen tiempo, con clima soleado e ideal, aprovechan para disfrutar de este hermoso lugar, alojándose en las casas de campo, cabañas, campings, hosterías y lugares que albergan a aquellos que buscan vida al aire libre. Uno de los atractivos de dicho sitio es la gruta de Nuestra Señora de Luján de la Sierra, también conocida como del Amor o de los Pañuelos.

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La zona fue habitada por numerosos grupos aborígenes pampas, que con la llegada de los españoles se fueron retirando. En 1746 los padres jesuitas fundaron Nuestra Señora del Pilar, que se estableció en este valle junto a las últimas estribaciones del sistema de Tandilia.

En la época que Mar del Plata carecía de presencia humana y era una bahía desnuda, los jesuitas conocedores de dónde existía fertilidad, se instalaron en la zona que en la actualidad es Sierra de los Padres.

Afincados a lo largo de la Laguna de los Padres, allí donde el agua dulce hacía crecer los vegetales y frutas casi misteriosamente. Los jesuitas creyeron haber encontrado el paraíso, y estaban en lo cierto, sólo que había sido descubierto antes por los pueblos originarios que habitaban la zona. Lleva ese nombre porque eran las tierras donde estaban los padres jesuitas y quienes iban hasta allí decían... “vamos a la laguna de los padres”.

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La Laguna se encuentra a 1,7 km. del acceso por la RN 226, posee una superficie aproximada de 600 ha. y cuenta con todos los servicios necesarios para camping, pesca, deportes náuticos, día de campo, canchas y sectores para turismo aventura.

Su tranquilidad, sus colinas con magníficos miradores y su arquitectura cuidada, enmarcada entre bosques y vegetación con distintos matices de verdes, han convertido a esta zona de gran popularidad y brillantez, en la elegida por quienes desean pasar un fin de semana o gozar de un paseo de excepción. Posee un centro comercial y gastronómico pintoresco y variado lo cual le otorga el complemento indispensable para querer conocerla.

Una reserva forestal protectora de las especies autóctonas y una granja ecológica son muy visitadas, revelan el interés de los lugareños por el medio ambiente. Algunos de los deliciosos productos que se pueden adquirir en los locales comerciales, en lo alto de las sierras son: ciervo y queso ahumado, dulce de leche con chocolate, mermeladas sin conservantes, vegetales orgánicos y cerveza artesanal. Todos conservan una arquitectura similar, como una comarca andina, la madera y la piedra es la base de las casas. Son pintorescos los restaurantes en donde se puede disfrutar una comida, en balcones terrazas, mientras se admira la panorámica del valle.

La belleza obliga al visitante a permanecer allí, formando parte de ese concierto de aves que cada día los cautivan con una nueva melodía.

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