No añora nada y sólo aspira seguir siendo feliz. Sabe que el tiempo pasa y no está dispuesta a hacer nada para disfrazarlo. Su presente artístico es fruto de su constancia y seriedad: lejos quedó aquella vedette, hoy es una gran actriz y debutó como protagonista en cine
Por MARCELA KORZENEWSKI
Mimí Ardú está viviendo un muy buen año profesional que conjuga teatro, televisión y cine. En octubre se estrenará Franzie, la ópera prima de Alejandra Marino que significa su primer protagónico en cine. En televisión interpreta a la amiga incondicional de Soledad Silveyra en la telenovela Secretos de Amor -Telefé-, y en teatro, ya es su segundo año en Soñar en Boedo, obra que protagoniza junto a Rubén Stella, Perla Santalla, Esteban Prol e Ignacio Toselli en el Teatro Carlos Carella y con la que volverá a Mar del Plata en el verano.
En lo personal, y a los 54 años, está viviendo una historia de amor con un hombre de 35. Y aunque la relación ya lleva un año y cuatro meses, se niega a ponerle el mote de “noviazgo”. “Que dure lo que dure -dice-. Yo, mientras tanto, estoy re feliz, y no importa si termina mañana, pero por lo menos la pasé bárbaro”.
Multifacética, inquieta y aventurera, odia los encasillamientos a los que vivió escapándole durante años: “Me han metido en casilleros durante toda la vida y la mayor virtud que tengo es la libertad. Soy como la libélula, yo necesito volar. No puedo instalarme en un solo lugar nunca, porque siento que dejo de crecer. Para ser yo, tengo que volar”, afirma.
-¿Sentís que éste es uno de los mejores años de tu carrera?
-Estoy en un buen período de la vida, y también estoy muy plantada, sabiendo lo que quiero, que no quiero que me hagan daño. Yo, si la paso mal, mejor me voy. Y bien también con una relación que me levanta bastante el ánimo y me hace muy bien en un momento en que cualquier mujer dice “ay, mejor me agarro una mañanita y voy a empezar a tejer”. Pero como yo no tengo nietos, no sé a quién tejerle. Entonces no me queda más que disfrutar.
-Soledad Silveyra (su compañera de trabajo) dijo que hay que ser un poco masoquista para vivir una historia de amor con alguien más joven, de acuerdo a su experiencia. ¿Cómo lo vivís en tu caso?
-Yo no lo sufro porque no pretendo nada, ni salir a la calle. Lo mío es muy simple, una compañía momentánea que tiene fecha de vencimiento.
-¿Qué ventajas tiene una relación así?
-Miles. Por ejemplo, me ocupo del trabajo porque a mí nadie me banca y no me bancó nunca nadie. Yo no tengo el Mini Cooper en la puerta. Otras ventajas son que no me va a pedir que tenga un hijo, que no pensamos en la convivencia y que no hay desgaste porque la pasión se sostiene. No nos podemos aburrir porque cuando nos vemos, sabemos para qué nos vemos.
-¿Y las desventajas?
-Las que tiene cualquier relación, que nada dura para siempre. Yo no creo en el amor eterno, me parece que es una mentira. Y tampoco creo en la fidelidad.
-¿Y los hombres más grandes, tienen miedo de encararte?
-A los hombres más grandes les gustan las mujeres más jóvenes. Y si no, están con mucho rollo, con las depresiones, con la carga de los hijos. Ya me pasó y duré dos días. No tengo ganas de bancarme situaciones que no tienen nada que ver con mi estado. Yo tengo ganas de vivir pasión, para eso necesito un hombre a mi lado. Porque para reírme, me río con mis amigos, para comer, puedo comer con mi familia, y para ir al super, voy sola y nadie me pone chorizos, ni vinos, ni nada. Bancarme, me banco yo. Entonces, ¿cuál sería la ventaja de tener un emplasto todos los días en mi casa viendo cómo envejece?
-¿Te sentís como un referente o una vocera de lo que les pasa a muchas mujeres de tu generación?
-No, porque yo soy tan transgresora, ¿referente de quién me puedo sentir? Vos le preguntás a cualquier mujer si le gustaría ponerse las plumas y te diría que sí. Yo no, porque ya lo viví y no me quedo con las ganas de vivir las cosas. Pero al mismo tiempo critican eso. En el fondo se maneja mucha envidia e hipocresía. Y también en los tipos las ganas por ahí de estar conmigo y, como no lo pueden hacer, me critican.
-¿Eso te pasó mucho?
-Siempre. Porque en realidad, el que peor me trata es el que no estuvo conmigo. Y llega un momento en que no les cabe otra más que respetarme. Yo las cosas que logré profesionalmente no las logré acostándome con nadie. Gracias a Dios.
-¿Te pesó en la carrera la imagen de “mujer sexy”?
-Mucho. La gente te mete en un casillero porque es más fácil la estupidez a valorar las condiciones de alguien. Es mucho más potente. No hay más que mirar lo que pasa ahora, que una pelea, una bikini o una cola rinden más que una actuación. Yo en un momento llegué a pensar que tenía que engordar 20 kilos y envejecer para poder ser actriz dramática. Y gracias a Dios me dieron la chance antes de tener los kilos de más y de arrugarme mucho.
-¿Te referís a El Bonaerense -película de Pablo Trapero por la que recibió varios premios como el Cóndor de Plata a la Revelación del Año-?
-En general, porque también hice muchas novelas. Pero El Bonaerense sí, marcó un antes y un después porque era cine. Si hubiese sido en teatro o televisión, no pasaba lo mismo. Lo que pasa es que el cine está considerado como un género más prestigioso, más trascendente, que llega a cualquier lugar. De todos modos, El Bonaerense un poco reforzó esa imagen, porque fue muy heavy el tema de las escenas. Pero tampoco voy a renegar de algo que tiene que ser un valor. A mí me pasó después de esa película de darme cuenta que a veces tengo problemas de alimentación. Porque también existe lo otro: que si me llaman, es para verme bien. Me quieren ver bien, y eso a veces es una carga.
-En Secretos de Amor hacés de una mujer madura que está muy bien físicamente...
-Sí, y por ejemplo, yo me quería cortar el pelo pero me dijeron “no, dejátelo largo porque sos una mujer grande que sale con un tipo joven”. En Soñar en Boedo hago de una mujer que está bien, pero sin pintura. Y no por eso voy a engordar 10 kilos. Pero también es cierto que a veces tengo ganas de comer y después tengo problemas de alimentación. Digo problemas para no entrar en detalles tampoco, que si uno se instala en eso, pueden ser graves, como la bulimia o la anorexia. Es fuerte, porque también pienso “ay, me puedo quedar sin trabajo a lo mejor si no respondo a ciertas exigencias físicas”.
-Igualmente, en los últimos años hiciste papeles muy diversos que fueron mucho más allá de la imagen...
-Sí, pero no sé hasta qué punto, porque el hecho de ser una mujer deseada sigue siendo algo que para algunos puede ser un valor y por momentos se transforma en una cosa negativa. Estamos en una cuenta regresiva y yo no me voy a poner botox ni me pienso operar la cara. No voy a luchar contra el paso del tiempo. Trato de estar bien, pero no estoy peleándola todos los días.
-¿Qué te falta en tu carrera?
-Quisiera seguir haciendo televisión. En cine, tengo todos los casilleros completos, porque me ha dado mil satisfacciones, pero sí necesito más tele y me gustaría volver a estar en el prime-time (horario central).