En el Monumental, el equipo de Gallardo mostró superioridad durante el primer tiempo y tuvo las mejores situaciones, aunque se fue desdibujando. A los de Guillermo les faltó ambición y parecieron conformarse con el 0 a 0. Ambos quedaron lejos de la punta en sus respectivas zonas.
Ni chicha ni limonada. Ganar el clásico es, generalmente, una píldora de vitaminas, de ésas que revitalizan y levantan. En otras ocasiones se pueden comparar con un antidepresivo, de los que se toman para evitar tristezas profundas. En este caso hay que hablar de un empate que, lejos de motivar, apenas tiene el efecto de una aspirina, de ésas a las que se recurre cuando se quieren evitar molestias inmediatas.

No sirve para nada más. Ni a River, que hizo los méritos como para quedarse con los tres puntos, ni a Boca, que ratificó con su pobre actuación todo lo malo que venía haciendo con el Vasco Arruabarrena en el banco. No sirve porque no encontraron aire para posicionarse en la pelea por un torneo que, a esta altura, les interesa poco. Y no sirve porque a los dos les faltaron luces: a River para encontrar la capacidad de transformar en victoria lo que fue dominio; y a Boca para mostrar alguna intención diferente a la de aguantar como se pudiera.

Unicamente sirve para evitar frustraciones inmediatas pero, este logro, sobre el contexto de la riqueza histórica que encierra este clásico, resulta exageradamente diminuto.

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Pelota dominada, cabeza levantada. Tevez seguido de cerca por Mercado. (Foto: Damián Dopacio / NA)

River podrá decir que lo quiso ganar siempre, que lo buscó en ancas de una presión sostenida y de una idea mucho más saludable que la de su rival. Pero también deberá reconocer que no supo cómo reflejar en la chapa esa superioridad. Pudo hacerlo con una llega libre de Mercado con un remate que cruzó el arco, con un cabezazo de Ponzio a las manos de Orion, con un tiro de Mora que pegó en el palo, con un tiro que terminó siendo muy débil de Nacho Fernández o con, la más clara, un centro de Vangioni que no alcanzó a tocar el uruguayo Alonso y que Mora, solo, remató contra el cuerpo del arquero xeneize.

Boca, en cambio, sólo aportó algunos arrestos individuales en los pies de Palacios (que hizo amonestar a Mammana y Vangioni) y apariciones aisladas de Tevez; el resto fue esperar que el Cata Díaz pudiera desdoblar su esfuerzo para hacerle frente a los intentos ofensivos del Millonario y a los errores reiterados de sus compañeros de defensa. Y en esa anemia de buenas intenciones, hasta se dio el lujo de desperdiciar dos tiros libres de peligro: uno con un remate de Bentancur a la tribuna alta y otro de Tevez que se fue bastante lejos.

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Las mejores jugadas del Superclásico


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Palacios intenta escapar a la marca de Mammana. (Foto: Damián Dopacio / NA)

Los cambios tampoco ayudaron. Gonzalo Martínez no aportó desequilibrio, y a Alonso y Lucho González les faltó presencia del lado de River. Mientras que en Boca, Meli ordenó un poco el medio, Chávez empujó con ganas pero sin orden y Colazo sólo ingresó para auxiliar a Silva.

Apenas un punto para cada uno. Para Boca de sutura sobre sus heridas frescas. Para River, suspensivo en torno a lo que vendrá.

Las estadísticas y el relato del partido:


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