Al margen de esperar sus regalos y del significado que representa la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar, el 6 de enero genera señales de bienaventuranza. La rosca de Reyes también guarda una historia particular en distintas partes del mundo.
"Llegaron ya los reyes eran tres/ Melchor, Gaspar y el negro Baltasar/ Arrope y miel, le llevarán/ y un
poncho blanco de alpaca real".

Ya se escucha el cantito, es tiempo de avisarles a nuestros chiquitos que entre mañana y pasado deberán preparar el pan, no olvidarse de juntar algo de pasto para los camellos y llenar el jarrón con agua fresca. Los regalos están por llegar.

Los magos son personajes citados en la Biblia, en el Nuevo  Testamento. Es poco lo que realmente se sabe de ellos: se ignora cuántos eran y de qué tierras proceden. La tradición cuenta que llegaron desde Oriente, que eran tres, que iban guiándose por una estrella que los condujo hasta Belén.

Allí buscaron al Niño Jesús recién nacido. Melchor, que representa a los europeos, ofreció al Niño Dios un presente de oro que atestigua su realeza.

Gaspar, representante de Asia, cuyo bien más preciado es el incienso, lo ofreció al Niño como símbolo de su divinidad. Y por último, Baltasar, se identifica con los africanos que entregan la mirra, en alusión a su futura pasión y resurrección.

En nuestro país, hay un símbolo que vincula a la fecha con la buena suerte, más allá del tradicional sorteo de la Lotería que se realiza por estos días: es la rosca de Reyes.

Pero en realidad, este pan dulce que en su interior puede traer algún símbolo que le dé buena suerte a quien le toque, no es exclusiva de Argentina ya que se come en varios países para celebrar la llegada de los magos.

La forma circular de la rosca representa para los cristianos el círculo infinito del amor a Dios, ya que no tiene ni principio ni fin. Las frutas secas y cristalizadas que adornan el delicioso pan simbolizan las coronas de los Reyes, mientras el muñequito escondido en la rosca refleja los tiempos en los que la Sagrada Familia tuvo que huir a Egipto y ocultar al Mesías para protegerlo del cruel Herodes.

La tradición de la partida de la Rosca de Reyes data del siglo XIV en Francia. La manera de compartirla era un ritual: la primera rebanada era para aquel que fuera pobre o que llegara sin avisar al hogar.

La siguiente era para los ausentes, es decir, los hombres que estaban en la armada del Rey y eran enviados a la guerra. Finalmente se compartía entre el resto de los presentes. Esta tradición se expandió a otros países de Europa y América.

En Francia, al cortar un pedazo de rosca se le pregunta a un niño: "¿Para quién es?", entonces, el elegido menciona un nombre. Si se tiene suerte, puede encontrarse dentro del pan una moneda, lo que significa fortuna desde lo económico.

En México la manera de partir la rosca es diferente, pues en el pan se esconden muñequitos de plástico que simboliza al niño Dios y cada quién escoge al azar qué pedazo de rosca quiere, decidiendo así su suerte. A quienes les salen los muñequitos, se convierten en madrinas o padrinos del niño y deben llevarlo a bendecir a la iglesia.

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