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La épica campaña futbolística fue recordada en primera persona por el ex defensor xeneize Vicente Pernía. Un equipo inolvidable que integraron, entre otros, Gatti, Mouzo y Mastrángelo.
La Copa Libertadores de América se había transformado en una obsesión para Boca. Anteriormente había perdido la final contra el Santos de Pelé en 1963, eliminado a manos de Independiente en el 65, y River e Independiente al año siguiente. En el 70 otra vez River fue el verdugo y en el 71 el Xeneize no pasó de la primera ronda. Sin embargo, 1977 sería el año para empezar a torcer la historia y alzar esa hermosa copa, que luego ganó cinco veces más.
Hoy se cumplen 40 años del día de la definición en el estadio Centenario de Montevideo, donde Boca venció a Cruzeiro de Belo Horizonte en la definición por penales.
El técnico de aquel primer Boca de América fue el mítico Juan Carlos Lorenzo, quien en 1976 había celebrado el bicampeonato a nivel local. El sueño continental había comenzado a gestarse gracias a un equipo afianzado, con jugadores con experiencia. Uno de ellos era el Tano Vicente Pernía, quien venía de Estudiantes de La Plata y luego también jugó en Vélez.
El ex lateral derecho y más tarde piloto de Turismo Carretera, le contó a Porteño del Sur que “el recuerdo para mí es muy lindo. Nosotros teníamos un compromiso enorme, no solo por lo que representa siempre Boca, sino por el hecho de tener que ganar la Copa por primera vez. Fue un momento muy lindo que lo disfrutamos mucho. Por suerte pudimos lograr algo inédito hasta ahí”.
¿Qué pensó en el momento de ir a patear el cuarto penal de la final, cuando todos habían sido convertidos hasta ese momento? “Nada. La mejor manera que tuve de ir a patear el penal fue pensar que yo no lo quería errar, así que si fallaba iba a ser mala suerte. Eso para sacarme la presión interna. Así me despejé y afronté el compromiso. Yo le había pedido patear a Juan Carlos (Lorenzo), porque cuando íbamos para el estadio le pedí patear el cuarto o el quinto si es que había penales cuando nunca había pateado penales en Boca. Sí practicaba en La Candela, y ahí siempre miraba un cachito al arquero para patear al otro lado. Pero en el Centenario decidí el palo izquierdo del arquero y cuando fui llegando a la pelota, la intuición me hizo levantar la vista, vi que se estaba tirando para ese lado, entonces cambié y le pegué al medio y a media altura. Fue gol”, expresó Pernía.
Tras la consagración, el Tano festejó, pero sin locuras. “Me abracé a los compañeros. Yo soy especial para esos momentos. Habíamos conseguido algo que nos había demandado muchísimo trabajo y que casi era una obligación con esa camiseta. Nos pagaban y jugábamos para Boca para lograr cosas importantes. Sentí que estaba feliz de cumplir con la meta de toda la gente de Boca”, relató.
Por último, al recordar el cariño del pueblo boquense, el tandilense manifestó: “No sé si soy ídolo. Lo más lindo es el afecto de la gente. Hoy siguen demostrándolo a casi 30 años de haber dejado de jugar al fútbol".
"El agradecimiento de ellos es por el esfuerzo que uno hizo. Los hinchas saben que no nos guardamos ni una gota de transpiración. Eso es lo que debe tener un profesional que quiera vestir la camiseta de Boca. Yo me siento orgulloso de ser uno de los muchos compañeros que logramos por primera vez la Copa Libertadores para el club. Fue especial y única, como la Intercontinental. Logramos tener un grupo muy compacto y ese fue el secreto, más allá de haber tenido el mejor técnico de la Argentina junto con Zubeldía. Trabajé con los dos y ambos me asombraron. Como también sus profes, Jorge Castelli y Jorge Kistenmacher”, prosiguió.
La noche de la consagración, en la que Boca vistió una camiseta toda blanca, los once del Toto Lorenzo fueron: Gatti; Pernía, Tesare, Moruzo y Tarantini; Benítez, Suñé y Zanabria; Mastrángelo, Veglio y Felman. Luego ingresaron Ribolzi y Pavón. El plantel lo completaban: Carlos Rodríguez, Sá, Carballo, Oviedo, Suárez, Bernabitti y Carlos Ortiz.
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