Quilmes, la cuna del campeón, su terruño. Son las 15 horas y en una estación de servicio de la zona se produce la entrevista exclusiva pactada para Diariopopular.com.ar: llega el menor del clan familiar Martínez, Sebastián, el tercero de los hermanos, cuatro años menor que Sergio. Un muchacho humilde, simple, educado, gentil, de generosa sonrisa, y de muy buen carácter. Nos saludamos y comienza el golpe a golpe, el puño a puño, con las preguntas directas, para que a través de las respuestas del hermano del gran ídolo argentino cada lector descifre, o saque sus conclusiones de cómo es Sergio Maravilla Martínez en la intimidad, en la familia, en este caso como hermano.
-¿Cómo era Sergio en la infancia?
-Cuando éramos chicos Sergio siempre fue distinto, no se destacaba en todos lo deportes que hacía: fútbol, frontón, padel, tenis o ciclismo... pero sí le ponía toda la garra para hacer lo mejor posible. Él siempre fue un referente para mí, y más desde que decidió seguir boxeando, con el grado de responsabilidad de todo lo que Sergio hace.
-¿Los tres hermanos boxearon?
-En mi familia se respira boxeo, no sólo en nuestro núcleo: mis tíos y mis primos también practicaron, pero ninguno llegó a cosas importantes. Mi hermano mayor Hugo y yo dejamos pronto. Desde que abandoné me dediqué a disfrutar del boxeo y del estilo único de mi hermano. Muy dentro mío sabía que Sergio sería campeón mundial; lo que nunca imaginé es que a los 38 años se mantendría en la crema del box mundial, siendo uno de los 3 mejores libra por libra en el mundo.
-¿Hiciste guantes con él?
-Si, y gracias a Dios una sola vez: me metió un gancho al hígado que no me quedaron ganas de probar de nuevo. Tiene una justeza milimétrica, y pega fuerte.
-¿Cómo definirías a Sergio en el ring?
-Es difícil separar al boxeador del hermano. Yo estoy seguro de que es el mejor boxeador argentino. Tiene mucho de lo bueno de las grandes figuras de la rica historia nacional; es como que extrajo lo mejor de muchos y tuvo la capacidad de unirlo todo en él; es dueño de un físico privilegiado que, sumado a su responsabilidad, le permite a los 38 años mantenerse en la elite del box mundial. Ha dado todo, sus mejores momentos y peleas no se vieron en Argentina, y para mí no tiene nada más que demostrar como boxeador. Cuando él decida retirarse quedará grabado a fuego en la historia de los grandes ídolos nacionales.
-¿Cómo viviste el último round contra Chávez Jr?
-Estuve ahí, invitado por Sergio. Era paliza, 11 round consecutivos ganados a un campeón mundial y al hijo de la leyenda viviente mexicana. Sergio era una máquina perfecta de boxeo defensivo y ofensivo, no sé si hay otro caso de tanto dominio; era fiesta y en el último asalto un invitado que nadie esperaba, una mano colada que terminó derrumbando a Sergio... Yo caí con él, me faltaba el aire, no entendía qué pasaba. Le veo la cara, me desespero, quiero gritar en silencio que tiren la toalla. No podía separar al enorme gladiador de mi hermano, me dolía a mí, quería cambiarle el lugar, es mi brother, es mi ídolo, el golpe le dio en el rostro; a mí, en el corazón. Yo estaba entregado y perdido, cuando en eso Sergio, con su enorme guapeza y por qué no decir huevos, se empieza a levantar como Rocky Balboa. Pero esto no era una película, era la vida: levanta la izquierda al rincón (señal de que estaba bien), y como no entiende de derrotas, salió a cumplir con su promesa de ganarle al mexicano, y salió a lo guapo, a terminar con la mejor pelea que vi en mi vida. Nada importaba: ni el doping, ni la mayoría de mexicanos, ni tener la pelea ganada. Salió al golpe a golpe y sentí lo máximo que experimenté en mi vida, me emocioné y me invadió un tremendo orgullo como argentino, como Martínez, como hermano. Sonó la campana y me volví loco gritando 'vamos Sergio, hermano querido, ganamos', y quería meterlo en una caja de cristal y traerlo conmigo. En cambio Sergio festejaba tranquilo, como siempre, sabiendo que le cumplió a su equipo, a su familia, a su gente y sobre todo a él mismo. Es la Maravilla de siempre, el gran hijo, el gran hermano, el gran tío, el gran amigo, el que nos tiene acostumbrados hasta la próxima victoria, hasta la victoria siempre.
-Hablaste de su equipo: ¿cómo lo ves? ¿Y a su entorno?
-Sergio es muy inteligente, tiene un sexto sentido para esquivar golpes en el ring, y en la vida para esquivar las malas compañías. Yo como experiencia personal, en todas las ocasiones que estuve, tanto como en Estados Unidos como ahora en Vélez, se ocupan de todo: su representante, Sampson; su entrenador, Sarmiento; la fisioterapeuta, Raquel Bordón, que lo reconstruye a Sergio después de cada pelea; y el resto del equipo. Se ocupan de hasta del mínimo detalle, te aseguro que Sergio no podría estar en mejores manos, lo cuidan y están pendientes de él en un clima de gran amistad, de mucha alegría, pero con mucha responsabilidad, que esto es lo que siempre genera mi hermano en todo lo que hace.
-¿Cómo viviste este mega evento en cancha de Vélez?
-Sergio cumplió parte de un sueño, él y su equipo hicieron posible algo histórico para nuestro país: fue genial, quería pelear ante su gente, son las cosas que puede generar gente con el carisma de mi hermano y para lograrlo es requisito ser ídolo. Digo parte de un sueño, porque sé que se muere por pelear en River, en su club, en el club de nuestra familia. Ojalá la gente del club sintiera lo mismo por Sergio.
-¿Tu tarjeta contra Murray?
-Yo tenía 3 puntos arriba a Sergio, más un descuento que no marcaron. Yo sugiero a los que vieron ganador a Murray, que vean la pelea de nuevo. Y que valoren la guapeza de Sergio, que sin izquierda desde el segundo round lo paralizó al inglés en los dos últimos rounds. En el undécimo lo podría haber noqueado. A Sergio le sobró lo que le faltó al inglés en el final del combate.
-¿Qué pensás de los periodistas que salieron a pegarle?
-Nada, ellos sabrán por qué lo hicieron. Sergio es noble y perdona todo, yo no critico y trato de imitarlo. Sergio está más allá de unas pocas críticas, cuando un pueblo entero y la mayoría de los medios deportivos respondieron a full.
-¿Por qué creés que algunos ex y actuales boxeadores salieron a pegarle?
-Sólo pueden pegarle con la lengua, en el ring ni lo habrían rosado. Es un gran hombre, culto, presentó su libro escrito por él, es ídolo, es solidario, peleó ante mas de 40.000 personas, trajo una noche de Las Vegas a mi país, es uno de los mejores libra por libra del mundo, es humilde, tiene un gran equipo, y es argentino hasta la médula, siendo capaz de resignar mucho dinero por darle un gusto a su gente. Tiene espacios abiertos como empresario, en los medios, en la tele, y esto, todo esto, lamentablemente genera envidia. Es un ganador nato en todo lo que se propone y eso es un don poco frecuente, que lo sustenta con entrega, sacrificio, pasión y corazón, el mismo corazón que le da título a su primer libro (seguramente habrá varios).
-¿Qué sentís cuando escuchás 'hasta la victoria siempre'?
-Es el nombre y apellido de mi hermano.
-¿Cómo ve la gente a Sergio en el extranjero?
-Hasta que viajé por primera vez no tomé conciencia de quién era mi hermano en el mundo del boxeo. Es un fenómeno, si vieras las calles de Estados Unidos empapeladas cuando él pelea, es para creerse rey, pero Sergio no se las cree.
-¿Cómo vive Quilmes esta Maravillamanía?
-Este pueblo es increíble, no sólo han adoptado a Sergio como hijo pródigo, sino a toda nuestra familia. Son innumerables las muestras de cariño y afecto, los quilmeños son un lujo de gente.
-¿Qué siente Sergio por su Quilmes natal y por Argentina entera?
-Un amor incondicional que es recíproco. Se metió en el corazón argentino en muy poco tiempo, en las venas le corre la celeste y blanca de nuestra patria, ama a la Argentina y a su gente.
-Definilo a Sergio a partir de algún gesto.
-Sergio es humilde y bueno por naturaleza, tiene actitudes geniales que lo llevan a valorar hasta los mínimos gestos; es solidario, él siempre está pendiente de los demás, nunca él es la prioridad. Siempre dice la verdad, es justo, ama con plenitud a la familia, a la gente y a lo que hace, siempre trata de superarse cueste lo que cueste. El dinero nunca lo deslumbró, ni la fama tampoco. Nunca critica a nadie y perdona siempre, es fuerte como un roble, tiene palabra de sobra y se emociona con facilidad. Es un gran ser humano, es transparente en todo lo que hace. Cómo será Sergio de generoso que a medida que ganaba algún dinero, lo primero que hacía era comprar una casa a mi madre y a mi hermano mayor; y a mí, que tengo 34 años, me compró una hermosa casa, un vehículo y me ayudó en un emprendimiento. A todo esto, él no se había comprado su casa. Es así de increíble. Él siempre está último en sus prioridades.
-Cerrá con algo que nunca te animaste a decirle a tu hermano.
-No encuentro palabras para expresar lo que significa ser hermano de Sergio. A él le da gracia que le pidamos fotos o autógrafos. No quiere, dice que estamos locos, él sabe bien lo que lo queremos y lo que es para nosotros, pero aunque suene a mariconada, quiero decirle que lo amo, lo admiro, lo quiero al extremo, es mi ídolo en todo. En todo. Es un orgullo decir soy hermano de Sergio Maravilla Martínez, le agradezco a Dios y a mis padres de llevar la misma sangre de esta leyenda viviente de Quilmes y Argentina, y "hasta la victoria siempre, querido hermano".