Es un clásico y por eso encabeza este ranking. No hay con que darle. Pese a lo que indica su nombre, su origen no se remonta a Nápoles, Italia, sino a Buenos Aires: se creó en un restaurante llamado Napoli. Se trata de una milanesa a la que se cubre con jamón cocido, mozzarella, salsa de tomate y orégano. Una variante es reemplazar la salsa con rodajas de tomate.
No todos se animan a esta milanesa, que suele ser un poco más heavy que el resto. ¿Será porque lleva dos huevos fritos encima? En algunos restaurantes, incluso, se suma a los huevos las papas fritas. Bomba.
Pareciera ser la más “fina” y gourmet de todas, ya que va con salsa blanca. También se le agrega queso gratinado, pimienta y ají.
Es una de las favoritas de quienes eligen la nueva tendencia “pizzanesa”: abundante muzzarella y cebolla. Algunos restaurantes la ofrecen con cebolla caramelizada, lo que le da un gustito extra.
Hace unos años se puso de moda ese queso bien amarillo y sabroso que acompaña las hamburguesas de Mc Donalds. Pues bien: las milanesas no podían quedar afuera. A eso se le agregan unas fetas de panceta. Y mucha bebida para acompañar, claro.
A pesar de la extensa variedad de milanesas que se van agregando a los menúes cotidianamente, todavía muchos argentinos siguen prefiriendo la milanesa sola (sin salsa, sin queso, sin nada) con un buen juguito de limón.