La historia del célebre Clan Manson comienza en 1967, cuando Charles Manson salió de la cárcel y comenzó a convivir en San Francisco con una joven de 23 años, Mary Brunner, a quien convenció de invitar a otras mujeres a compartir el techo, hasta que llegaron a cobijar a 18 personas.
Ese fue el origen de “la familia”, ocurrido durante el “verano del amor” de 1967, y en el que Manson aprovechó la movida hippie que imperaba en los Estados Unidos para convertirse en una suerte de gurú.
Al año siguiente, y tras varias peregrinaciones por la costa oeste norteamericana, Manson y sus seguidores se asentaron en el Rancho Spahn, un lugar que fue utilizado para filmar producciones de vaqueros y que había quedado en desuso. Manson ordenó a varias mujeres que mantuvieran relaciones con el octogenario dueño del rancho para evitar pagar el alquiler.
En ese rancho fue donde Manson tomó contacto con el material del White Album de The Beatles, grupo con el que se obsesionó al punto de encontrarle nuevos significados a las canciones “Helter Skelter” y “Piggies”, lo que lo llevó a planificar una serie de atentados. Manson les dijo a sus seguidores que "Helter Skelter está llegando" y predijo una guerra racial que destruiría el planeta.
El 9 de agosto de 1969, varios integrantes de “la familia” acabaron con la vida de cinco personas en la casa de la actriz Sharon Tate, que estaba embarazada de ocho meses y medio; Abigail Folger, heredera de una empresa cafetera; el famoso peluquero Jay Sebring; Voityck Frykowski, un director de cine polaco, y Steven Parent, amigo del cuidador de la casa. El esposo de Tate, el director de El Bebé de Rosemary Roman Polanski, estaba fuera del país en ese momento.
La noche siguiente, un adinerado empresario y su esposa, Leno y Rosemary LaBianca, fueron apuñalados hasta la muerte en su casa al otro lado de la ciudad. Los asesinos escribieron frases como "Cerdos" (Piggies) y "Healter Skelter" (sic) con sangre en la escena de los crímenes.
Los sangrientos asesinatos horrorizaron al mundo y, junto a la violencia que estalló más tarde ese mismo año en un concierto de los Rolling Stones en Altamont Speedway, California, revelaron la violenta vertiente oculta del movimiento de contracultura y parecieron ponerle punto final a la era de la paz y el amor.
Tres meses después, un seguidor de Manson fue encarcelado por un cargo no relacionado, le habló a un compañero de celda sobre el baño de sangre y esto derivó en el arresto del líder del culto.
En los anales de la delincuencia estadounidense, Manson se convirtió en la personificación del mal, una figura menuda, con el pelo alborotado y barba, mirada demoníaca y una "X" -que más tarde se transformaría en una esvástica- tatuada en la frente.
"Mucha gente que conozco en Los Ángeles cree que los sesenta terminaron de forma abrupta el 9 de agosto de 1969", escribió Joan Didion en su libro "The White Album" en 1979.
Tras un juicio que duró casi un año, Manson y tres de sus seguidores -Susan Atkins, Patricia Krenwinkel y Leslie Van Houten- fueron declarados culpables de asesinato y condenados a muerte. Otro de los acusados, Charles "Tex" Watson, fue condenado más tarde.
Todos ellos evitaron la ejecución y sus sentencias fueron conmutadas por cadena perpetua tras la derogación de la pena capital en California en 1972.
A pesar de las abrumadoras pruebas en su contra, durante su tumultuoso juicio en 1970 Manson defendió su inocencia y dijo que la sociedad misma era la culpable. "Esos niños que los atacan con cuchillos, son sus hijos. Ustedes les enseñaron, yo no les enseñé. Yo solo intenté ayudarlos a ponerse en pie", dijo en su monólogo en la Corte.
Atkins murió en prisión en 2009, en tanto que Krenwinkel, Van Houten y Watson siguen encarcelados.
Otra devota de Manson, Lynette "Squeaky" Fromme, intentó asesinar al presidente de Estados Unidos Gerald Ford en 1975, pero su arma se atascó y fue condenada a 34 años de prisión.
"Es decepcionante estar asociado a algo tan sórdido como Charles Manson". Según los testimonios, la noche de la muerte de Tate Manson dio a sus devotos la instrucción de "hacer algo fascinante".
La testigo estrella de la fiscalía, Linda Kasabian, a quien se concedió inmunidad, declaró que Manson ató a los LaBianca y después ordenó a sus seguidores que mataran. Pero Manson insistió: "Yo no he matado a nadie y no ordené que matasen a nadie".