1. Se procede a cascar cada huevo en un platito aparte y observar si la yema quedó bien en el centro: si se corre para un costado de la clara es seguro que no está fresco.
2. También se podrá observar en un huevo fresco que la yema es redondeada y la clara espesa y translúcida. Si un huevo es viejo, la yema se verá plana y la clara fina y líquida.
3. Otra forma de hacer la verificación, pero sin cascarlo, es poner el huevo en un vaso de agua fría: si es fresco se quedará acostado o parado en el fondo; si es viejo, flotará en el agua.
4. Un consejo de los especialistas es que con los huevos viejos se pueden utilizar para hacerlos revueltos o para hornear.
5. Con relación a la coloración, es muy importante que la yema sea bien amarilla, porque es una señal de que contiene más hierro.