Evolucionar implica no conservar. Ejercer el acto de evolucionar implica la aceptación de que se irán produciendo cambios graduales donde se abandona algo para dar bienvenida a lo nuevo.

Está implícito, dentro de las conductas humanas normales, la búsqueda tanto como el deseo de ir conservando cosas a medida que pasan los años y, con ello, la vida de cada uno. Conservar, acumular, reunir desde objetos hasta afectos y también incluimos en esto el conservar relaciones sociales; las que fueren: familiares, conocimientos, amistades.

Empero, estas formas de proceder impiden la evolución personal. Si. Evolucionar implica no conservar. Ejercer el acto de evolucionar implica la aceptación de que se irán produciendo cambios graduales donde se abandona algo para dar bienvenida a lo nuevo. Esencial en todo proceso de transformación. Obvio que para que surja lo nuevo fueron necesarios que acontecieran los sucesos anteriores.

ADEMÁS: La vida masónica del General Manuel Belgrano/ Por Antonio Las Heras

Hay algunos ejemplos que sirven para mostrar bien lo que estamos señalando, que si se dan en la vida cotidiana normal. Quien concluye una carrera universitaria, se gradúa, recibe el diploma correspondiente y no vuelve a comportarse como un alumno. Ahora está convertido en un profesional. No puede conservar sus conductas de alumno sentado en el aula para aprender. Ahora es él quien debe transmitir conocimientos. Si conservara su posición de estudiante no podría ejercer el ahora bien logrado lugar profesional. ¡Y hay tantos ejemplos más que el lector encontrará por sí sólo con sólo recorrer su propia vida!

Los vínculos afectivos

Pero aun así lo usual es que, en otro tipo de situaciones, la persona persiga el deseo de conservar en su vida conductas y actitudes que son, precisamente, las que debe abandonar si es que, realmente, está dispuesto a evolucionar. ¿Cuántas veces hemos escuchado a alguien quejarse de que no pudo hacer tal o cual cosa que entendía importante para su vida “porque los demás no me acompañaron”?

Grave error. Hay que entender que muchas veces evolucionar implica que algunos vínculos afectivos habrán de disolverse o quedarán en el camino. Aún si se los reencuentra en un momento futuro aquellos temas que antes los unían ya no tendrán vigencia. Cada quien habrá avanzado por el sendero que le resultó necesario.

Por eso hay que comprender que, a lo largo de la vida, quien está decidido a lograr una evolución personal permanente, verá cuántas relaciones interpersonales quedan en el camino. No hay nada de malo en ello. ¡Lo malo es quedarse detenido en la evolución por conservar vínculos que ya no tienen objeto ya de ser!

Quien ha logrado hacerse de un psiquismo adulto (lo que implica el ejercicio del pensamiento racional reflexivo positivo creativo y proactivo) no encuentra en esto daño alguno puesto que puede decirse que se trata de una ley de la vida humana: la evolución es algo absolutamente personal tanto en el sentido como en la velocidad y muy rara vez se da el hecho de que dos o alguno más coincidan en esos factores. Algunas ocasiones acontece. Pero es lo menos usual.

"No conservar", en Occidente y Oriente

En la cultura Occidental la idea de “no conservar” es percibida como desagradable. Como una pérdida que debe lamentarse. Ello entraña un contrasentido: es pretender hacer cosas nuevas (la evolución) pero manteniendo las mismas conductas que hasta hoy (el conservar). Y quienes así lo han intentado pudieron constatar la ingrata tensión emocional y mental que esto provoca puesto que se está intentando hacer algo del orden de lo imposible. O conservo esto que tengo hasta aquí. O me decido a modificar para poder avanzar y, por ello, es menester dejar aquí lo que traía conmigo.

Carl Gustav Jung.jpg
Carl Gustav Jung (1875 - 1961)

Carl Gustav Jung (1875 - 1961)

Pero está en –podría decirse rememorando a Carl Gustav Jung– en nuestro inconsciente colectivo de occidentales esa ilusión de que acumulando más y más se está haciendo algo bueno y útil. Aunque algunas señales en contrario tenemos. Por ejemplo, la expresión “ligero de equipaje.”. Todos albergamos la certeza de que para trasladarse geográficamente lo más adecuado es llevar pocas cosas; lo menos posible. Sólo lo necesario. Para recorrer el sendero de la existencia sucede lo mismo: conviene hacerlo ligero de equipaje.

En Oriente es lo opuesto. Por eso todas sus filosofías de vida remiten a la certeza del desprendimiento. Concepto que está presente en todas las enseñanzas de Jiddu Krishnamurti (1895/1986) cuando subraya la importancia del desapego.

Krishnamurti M.jpg
Jiddu Krishnamurti (1895/1986)

Jiddu Krishnamurti (1895/1986)

¿Estamos dispuestos a deshacernos de nuestras ataduras mentales, pero no como un hecho traumático sino con la clara comprensión de que se trata de un camino hacia la plenitud?

Eso es lo que enseña este filósofo nacido en la India. Krishnamurti es muy preciso cuando señala que la crisis por la que atraviesa la sociedad es producto directo de una forma de vida fragmentada: quiero un poco de esto, me interesa otro poco de aquello, envidio lo de aquel otro...En todo momento un pensamiento de acumulación.

Hace acordar a esas personas que siguen juntando objetos en los armarios de sus hogares pretextando que “tal vez en algún momento sean útiles para algo.” Claro. Pero si va a mudarse, ¿lo hará llevándose tantas cosas que ahora le están siendo inútiles?

Concretamente lo que surge de estas reflexiones es el tema del ejercicio de la propia libertad. Evolucionar como persona implica no tener ataduras sino todo el movimiento suficiente requerido para un desarrollo en plenitud. Claro que para eso es fundamental que cada quien disponga de tiempo suficiente para un trabajo diario de introspección que le permita determinar cuáles son los deseos positivos de vida que se propone alcanzar. Los suyos personales, que hacen a sus esencias. No aquellos que le fueron transmitidos por estímulos externos que – la mayoría de las veces – ni siquiera fueron solicitados.

El sentido de la vida humana es la evolución permanente. A lo largo de toda la existencia: desde el nacimiento hasta el último de los días en la Tierra. Algo que sólo puede hacerse entendiendo la importancia de no conservar para poder evolucionar.

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, magister en Psicoanálisis, filósofo e historiador. “Atrévete a vivir en plenitud”, es uno de sus recientes libros. www.antoniolasheras.com

Aparecen en esta nota:

Contacto

Registro ISSN - Propiedad Intelectual: Nº: RL-2025-11499155-APN-DNDA#MJ - Domicilio Legal: Intendente Beguiristain 146 - Sarandí (1872) - Buenos Aires - Argentina Teléfono/Fax: (+5411) 4204-3161/9513 - [email protected]

Edición Nro. 15739

 

Dirección

Propietario: Man Press S.A. - Director: Francisco Nicolás Fascetto © 2017 Copyright Diario Popular - Todos los derechos reservados