La polaca venció por 6-0 y 6-0 a Amanda Anisimova en apenas 57 minutos y conquistó el único Grand Slam que le faltaba. Fue la final más desigual en más de un siglo y su consagración número seis en torneos grandes.
Iga Swiatek ya no le debe nada a la historia. Reina indiscutida del polvo de ladrillo sumó en Londres una pieza que le faltaba a su colección: Wimbledon. Y lo hizo a lo grande, con una de las finales más impactantes que se recuerden en el tenis femenino. En apenas 57 minutos, barrió a la estadounidense Amanda Anisimova por un inapelable 6-0 y 6-0, sellando así su primer título sobre césped y el sexto en torneos de Grand Slam.
La contundencia del resultado habla por sí sola. Fue la final más desigual de Wimbledon desde 1911 y la derrota más dura en un Grand Slam desde que Steffi Graf aplastó a Natasha Zvereva en Roland Garros 1988. No es frecuente ver este tipo de marcador. en una final de esta categoría, y menos aún en la mítica cancha central del All England. La última vez que sucedió algo similar en Londres fue hace 113 años, cuando Dorothea Douglas venció a Dora Boothby.
Swiatek, que llegaba a esta final sin títulos en la temporada y con dudas sobre su adaptación al césped, disipó todos los interrogantes con una actuación monumental. No solo levantó el trofeo más tradicional del circuito, sino que también alcanzó su victoria número 100 en Grand Slams, siendo la más rápida en lograrlo desde Serena Williams en 2004.
“Ni siquiera soñé con esto. Para mí este título estaba muy lejos”, confesó emocionada tras recibir el trofeo de manos de Kate Middleton, duquesa de Cambridge. “Siempre sentí mucha presión en Wimbledon. Caminar por estos pasillos es distinto, genera algo único. Pero lo disfruté muchísimo y siento que he mejorado mi juego. Hoy me siento muy cómoda”.
La polaca, de apenas 23 años, se convirtió además en la tercera tenista en la historia en ganar sus seis primeras finales de Grand Slam, una marca que sólo habían conseguido Margaret Court y Monica Seles. Con cuatro títulos en Roland Garros, uno en el US Open y ahora Wimbledon, Swiatek se afianza como la gran dominadora del tenis femenino actual.
Del otro lado de la red, Anisimova vivió una jornada para el olvido. Superada desde el primer game, no logró desplegar el nivel que la había llevado hasta la final. Con 28 errores no forzados -14 en cada set- y visiblemente afectada por los nervios, la joven estadounidense, que regresaba al circuito tras ocho meses alejada por motivos de salud mental, no pudo contener las lágrimas durante el partido ni en la ceremonia de premiación.
"Me quedé sin gasolina, ojalá haber jugado un partido mejor", dijo, emocionada y entre sollozos. “Eres una jugadora increíble, Iga. Has sido una inspiración para mí estas dos semanas”, reconoció con nobleza, tras recibir el trofeo de subcampeona. También tuvo palabras sentidas para su madre: “Gracias a ti estoy aquí”, expresó, visiblemente conmovida.
La derrota, aunque dura, no opaca el recorrido de Anisimova en el torneo. A sus 23 años, y tras un largo parate, logró meterse en la final de Wimbledon y recuperar terreno en el circuito. El aprendizaje será enorme y el futuro aún más prometedor.
Swiatek, en cambio, coronó su semana soñada con una victoria histórica. Ya no se la podrá encasillar como especialista en polvo de ladrillo. Con su consagración en Londres, respondió a las críticas, silenció las dudas y escribió una página dorada en su carrera. Hoy, nadie parece estar a su altura.
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