-Vos decías que Maradona y Ramón Díaz en la rutina del día a día se llamaban entre ellos Pelé y Coutinho. ¿Cómo surgió esa asociación?
Surgió como surgen tantas cosas en la convivencia y en los ensayos. Ellos se veían así, como aquella pareja sensacional del Santos de Pelé de los 60 que tiraban paredes artesanales y provocaban verdaderas obras inolvidables.
-¿Esa figura metafórica de Pelé y Coutinho la expresaban más en las prácticas que en los partidos?
No, ellos la adoptaron más allá de los contextos y las circunstancias. La realidad es que se buscaban y se entendían a la perfección. Era toque y devolución con precisión en velocidad y una gran efectividad. Diego tuvo la generosidad de transformarse por momentos en el talento complementario del Pelado. Y el Pelado siendo un típico diez en el arranque de su carrera, se reconvirtió en un punta de la puta madre.
-¿Vos lo reconvertiste?
Sí, le fuimos pidiendo eso. Que se moviera como un punta para armar una sociedad con Diego, donde los dos entraban y salían de la zona de definición. Y la rompió el Pelado llegando, tocando y resolviendo, con una categoría propia de un delantero de altísimo nivel. Claro que el equipo siempre los respaldó con un gran funcionamiento. Y eso también permite que los que tienen que crear, puedan desarrollar su creatividad.
-Hablando de grandes creadores, ¿qué te despierta este regreso de Diego al fútbol argentino dirigiendo a Gimnasia?
Una enorme alegría. Yo espero lo que siempre esperé: que él encuentre la felicidad. Que sea feliz. Y más aún en la Argentina. Porque todo lo que le dio al fútbol nadie podrá olvidarlo.
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