¿Cada uno recoge lo que siembra? "
Si no hay buen cosechador no hay buena siembra; yo creo que la capacidad de afecto no depende de uno, hay gente que te quiere aunque lo único que hiciste fue cumplir lo mejor posible con tu papel,
me podrían admirar por eso, y admirar está bien, pero uno necesita de alguien por estar enfermo o triste, la admiración no te da calor, el afecto sí".
"Lo que yo siento es que
con el tiempo se ha ido haciendo una relación afectuosa entre el público y yo, al punto de que cuando me ven por la calle no me tratan con admiración sino que
me dicen: 'Alfredito, estás más flaco, estás más gordo', y eso no se puede pagar con nada", apuntó.
Para él, "
el afecto es generosidad del otro, por mejor que vos seas, si el otro no apunta al camino del afecto se queda en la admiración, pero cuando se preocupan por saber cómo es uno, qué necesita, allí comienza el verdadero diálogo".
"
Mi relación con Beckett es de admiración, está de más decirlo, y cada vez que leo una de sus obras es como entrar en un mundo donde no sabés dónde te va a llevar.
Lo que me gusta es que no apela a la parte intelectual de uno sino que se te mete en las vísceras, ese tipo está vivo, no es un reflexólogo".
Según el eminente actor, la obra de Beckett "
parece que estuviera escrita con el alma, aunque uno se confunde cuando quiere explicar los estados de un gran maestro, un gran poeta como es él, que va directamente a unas zonas que te hacen olvidar que estás en una platea, que sos un espectador".
"Me asombra c
ómo retrata Beckett las dificultades de las relaciones, los silencios, y cuando se lee el texto resulta que es una partitura musical; digo que la dirigí pero lo que hice fue leer esa partitura que dice 'pausa larga', 'pausa corta', 'cinco pasos', 'silencio', 'pausa'", ejemplificó.
En este sentido, el actor y ahora director destacó que "no hay más que seguir con esa conducta que te va llevando a una respiración conducente a ese clima que no tiene límites,
cada persona que la ve cuenta una cosa distinta de qué le pasó y qué quiere decir la obra, son aventuras muy personales".
"Me emociona porque es un lujo estar haciendo esta obra en esta sala (Casacuberta) del San Martín,
que yo adoro porque aquí he trabajado mucho -señaló- y donde me siento muy querido por los técnicos con los que he trabajado".
"Desde que empecé y a través del tiempo ha venido gente nueva con la que nos vamos haciendo amigos,
porque una función de teatro la hacen todos los que intervienen en ella, no sólo los actores", contó sobre la experiencia de la puesta que estrenó a fines de marzo.
Alcón señaló que necesita de los técnicos "aunque ellos quizá no sepan que son tan necesarios, pero hay algo por debajo, más allá de las palabras, que con el tiempo deriva en una relación que con el paso de los años yo llego al teatro y me saludan como si me hubieran visto ayer".