Entramos, solucionamos el problema y salimos antes de que nos maten". La frase, que en el epílogo tuvo una sonrisa cómplice, la dijo con su inconfundible acento italiano Andrea Prodan al referirse a cómo vive su banda, Romapagana, este momento algo complicado para el mundo del rock. El querible hermano de Luca, el recordado líder de Sumo, asegura que cuando la economía golpea a la gente, allí aparecen ellos para intentar "salvar" con sus acordes a su gente... y también a quienes no los conocen pero llegan a escucharlos.
Junto al romanísimo Andrea (guitarra y voz) están los mismos escuderos de siempre; Fabián "Rojo" Limardo (guitarra); Diego Segovia (bajo) y Christian "Pistón" Fernández (batería). Los cuatro desatan un cóctel explosivo de rocanrol, con un sonido contundente y poco visto hoy en la escena del punk rock local. "Cuando tocamos nos sentimos más útiles y relevantes", expresó Prodan luego de haberse presentado en Beatflow, de Villa Crespo. Además habló de las giras que Romapagana realizó por nuestro país y por Italia, de la posibilidad de ir a China y de su vida en Traslasierra (Córdoba).
Además de Buenos Aires estuvieron girando por varios rincones del país...
-Salir de gira hace bien y energiza, además de que conocés gente, pero siempre nos gusta volver al circo del rock. Me encanta hacer cosas para nuestro público, que es medio como un clan, pero también es positivo tocar para gente que no te conoce. Buenos Aires fue una vuelta a un boliche que nos gusta mucho, el Beatflow.
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¿Cuán difícil es hoy hacer rock en Buenos Aires?
-Para nosotros no ha cambiado mucho. Siempre encaramos un camino inverso al éxito y a las grandes discográficas. Sentimos que somos una banda que hace lo que puede, que toca cuando puede y que lo hace con mucho placer. No somos una maquinita que se prende para tocar y luego se apaga. El momento es duro en el país, pero así nos sentimos más útiles y relevantes. Es lo que más nos gusta. Nos sentimos cómodos en las situaciones más difíciles. Somos como esos pequeños equipos de ataque en Vietnam. Entramos, solucionamos el problema y salimos antes de que nos maten. Somos como la guerrilla rockera, jaja.
Recordanos cómo fue la gira del año pasado por Italia.
-No fue una gira. Fue un viaje cultural, de vacación y de unión. Yo quería llevar a mi familia paralela, que es Romapagana, a mis pagos en Italia. Ya que se llama así, algún día tenía que llevarla a Roma. En los viajes que hice por la muerte de mi madre y de mi hermana..., armé las bases para poder ir a tocar. El año pasado compramos los pasajes y fuimos a Roma, adonde tengo un departamento. Estuvimos 11 días, que parecieron 22 porque ni dormimos, jaja. Pusimos fecha en Bologna, que es una ciudad que me copa por el ambiente, su juventud y su rock. Y abrimos el festival Roma Rock. Nos dieron la noche de apertura para nosotros. Ni nos conocían y gustó mucho. Nos están organizando una mini gira para volver.
¿Qué te gusta hacer cuando vas a Roma?
-Caminar por el centro de noche. Es una ciudad acogedora. De día, con tanto turista, parece Disneylandia. Me encanta tomarme un café con los trabajadores cuando se van a trabajar, comer con amigos y tomarme esos helados únicos. Pero también me gustó volver a Traslasierra, adonde vivo.
¿Alguna vez dijiste que querés tocar en China o es una utopía?
-Jaja. Sí, no es una utopía. Mi vida ha sido una utopía. Tengo razones para volver a China porque mi familia vivió ahí. Tendría que retomar la casa de allá, de mis padres. Estoy en trámites diplomáticos. Además un director de cine me propuso hacer allá un documental. Encima, con Romapagana tocamos uno de los grandes himnos chinos en versión rock. Se llama La Juventud es Roja. Lo tocamos en Buenos Aires en el Barrio Chino. Flashearon. Imaginate si vamos y lo hacemos en China. No van a entender nada. ¡Argenchina está llegando!
Andrea es hijo de Mario Prodan y Cecilia Pollock, oriunda de China e hija de escoceses, quienes residían en Shanghái antes de la Segunda Guerra Mundial.
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