Cada miércoles se la puede ver dando un paso adelante en su carrera de actriz, especialmente en sus jugadas escenas con Félix, el personaje que compone Benjamín Vicuña. Una “mala” de novela que le sienta bien.
De aspecto frágil y hasta angelical, a la vez que precisa y fuerte en su actitud, Brenda Gandini, muy de a poco, logró despegarse del mote de “hija de” de Daniela Cardone o el de la mujer que conquistó el corazón de Gonzalo Heredia, el galán más codiciado, para asegurarse su propio lugar en el medio. Mientras, sorprende audazmente cada miércoles a las 22.15 por la pantalla de Telefé en el unitario que devolvió a la ficción a nada menos que Mirtha Legrand.
Su trabajo en La Dueña, en la expresión de Delfina Lacroix -la nieta indómita de Sofía Ponte- condimenta la trama que nuclea a la reina madre de la tevé con escenas de ardiente voltaje. “Es muy fuerte todo lo que pasa con La Dueña. Era un elenco muy fuerte, me llamó la atención, es la vuelta de Mirtha Legrand, sabía que iba a generar una expectativa muy fuerte, pero me sobrepasó”, dice la chica de ojazos azules y cabellera dorada que se juega en sus románticas secuencias junto a Félix (Benjamín Vicuña). “Es un personaje que no hice nunca, de mala, ambiciosa, que no le importa nada, se enamora del mismo hombre que su prima, hermana melliza. Ella, a cargo de las Relaciones Públicas de Fémina, quiere llegar a ser el día de mañana la cabeza de todo eso. Y utiliza su aspecto, su seducción, para poder lograr todo lo que quiere, porque sabe que los hombres caen”, cuenta sobre su rol en la historia a la que se enfrenta con su abuela.
“Trabajar con Mirtha es lo más. Hacer de su nieta, nada menos, fue fantástico. En un principio tenía miedo de trabajar con ciertas personalidades porque no sabía con qué me iba encontrar. Pero llegabas al set y ella pasaba letra y te hacía sentir su par. Obviamente es una reina, todos están predispuestos a que se sienta bien, pero como que nos olvidamos de quién es..., somos todos pares”, rescata Brenda a quien, hace muy poco, se la vio como Delfina, sentada en un escritorio iniciando un sensual acercamiento que terminó en apasionados besos y caricias con el personaje de Vicuña. “Yo actúo y hago que es mi abuela. La verdad es que yo la trato como un par más. Si me pongo a pensar que es Mirtha Legrand me paralizo y no hago nada”, sostiene esta actriz que se luce junto a la diva de los almuerzos.
Brenda Gandini fue mamá de Eloy, fruto de su relación con Gonzalo Heredia, hace apenas un año. La condición para aceptar su labor en La Dueña fue no desprenderse del niño por más de tres horas. La proximidad entre el set de grabación y su casa se lo permitió. “Empecé a grabar con 8 meses de Eloy. Tenía baches y lo iba a ver. Grabé a cinco cuadras, y como eran tres meses dije que sí. No estoy más de tres horas sin verlo”, garantiza la ex Malparida. “Los primeros cinco meses los pasé con él, después filmé Mala, una película con Adrián Caetano. Ahora, en el bache en las grabaciones, en lugar de quedarme en el camarín o tomando mate con mis compañeros me iba a casa para estar con él o me lo llevaba para allá: ¡Eloy ya forma parte de La dueña! Es un bebé muy estimulado”, se ríe. “De todo modos, está en buenas manos, y cuando no estamos lo cuida la abuela paterna. No quisimos tener ayuda externa. Está mi suegra, que lo cuida: si no estuviera ella no sé qué haría. Buscar a alguien de afuera es complicado porque Gonzalo y yo somos dos personas conocidas y expuestas, y está el miedo de meter a alguien que te sale con un martes 13, le estás abriendo la intimidad de tu casa a alguien que no conocés”.
-Está tu suegra que lo cuida y en tanto tu mamá reclama que lo ve poco...
-No es así. No sé qué le pasó, después hablé con ella y lo aclaramos. Si pasa algo es para hablarlo personalmente y no por medio de una cámara, porque eso queda en la intimidad. Son cosas que no se pudieron manejar. En fin, está todo bien.
Brenda elige el perfil bajo y no se enrola en los dichos de Daniela Cardone, quien insinuó que las cosas entre ella y su yerno no estaban del todo bien. En su reclamo vociferó que hacía diez días que no veía a Eloy, y le envió un mensaje a su yerno: “Gonzalo: yo te amo, te adoro, sos la persona que me dio un nieto divino, pero seguramente no soy la suegra que esperabas. Yo los acepto y los respeto, pero nada... yo soy la ‘abu’”.
"Sentí con Gonzalo Heredia lo que nunca había sentido antes”
“Un hijo te une o te desune y a nosotros nos unió”, desliza Brenda Gandini, quien recomienda su vertiginosa experiencia en el amor cuando a los pocos meses de conocer a Gonzalo Heredia en las grabaciones de la novela Malparida e iniciar su romance, quedó embarazada del pequeño Eloy. “Hay parejas que están muchos años de novios y después no resultan. Yo sentí con Gonza lo que no sentí con nadie ni bien lo conocí y las cosas se dieron de esta manera. No importa el tiempo sino lo que uno siente. Hace dos años que estamos juntos con mucho amor y no nos equivocamos”, confirma Gandini al tiempo que también manifiesta que uno al otro se apoyan en la profesión que comparten. “Somos jóvenes y tenemos que aprovechar lo que nos pasa en nuestras carreras”, sostiene la chica que también apuntaló al intérprete cuando probó suerte con la pieza de Harold Pinter, El Montaplatos, como protagonista y productor. “Era un desafío para él como actor porque Pinter es un autor difícil, era una obra jugada y además empezaba a producir. Yo lo acompaño en todo”. Susto para Brenda
Es lo que experimentó días atrás cuando la actriz se encontraba paseando por Palermo junto a su pequeño hijo de un año y un mes. Tras subir a Eloy a la camioneta (una EcoSport negra) las puertas se le trabaron por el cierre centralizado, con tanta mala suerte que las llaves del vehículo quedaron adentro. El niño, al ver que su madre no subía, se puso a llorar fuertemente, lo que generó la desesperación de Gandini. La primera reacción de Brenda fue llamar a su esposo Gonzalo, pero no lo ubicó en ese momento. Entonces comenzó a pedir ayuda. Fue en ese momento que Pato, un fotógrafo free lance que habitualmente recorre la zona en busca de famosos, advirtió la situación. Y no dudó en acercarse a dar una mano. Primero intentó romper el vidrio, como era blindado, se las ingenió para introducir un fierrito y así destrabar el cierre de la puerta. En ese intento, el vidrio se rajó logrando su cometido: a la desesperada mamá le volvió el alma al cuerpo al poder abrazar a su hijo, que continuaba llorando en el interior del vehículo.
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