Dolores Fonzi protagoniza Claudia, filme que inauguró el último Bafici y llegó el jueves a salas locales, donde la actriz asume el rol de una obsesiva organizadora de eventos en una historia en la que confesó entregarse "al texto y al director en caída libre".
"La película propone un juego concreto que te puede gustar o no, lo podés entender o no, ya que no cumple con los cánones establecidos de lo que debe ser la cinematografía argentina hoy, es una historia que juega con el cine y con distintas referencias cinematográficas porque Sebastián De Caro, director de la cinta, es un cinéfilo", expresó Fonzi.
"Me pareció un reto estar en toda la película, en todos los planos y tener tanto texto. Fue una propuesta distinta, un ejercicio para mí y un desafío de concentración en cuanto al guión. Es una película jugada al igual que el personaje", agregó la protagonista de títulos como La Cordillera, La Misma Sangre, El Crítico y El Aura.
La actriz interpreta a Claudia, una rigurosa promotora de eventos obsesiva con su trabajo, que debe reemplazar a una colega para la planificación de una boda, en la que sucederán una serie de peculiares y extraños acontecimientos.
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"Es una película rara que por momentos te permite completarla y tener tu propia mirada subjetiva sobre la historia. Hay que celebrar este tipo de propuestas y no pedir que te cierren los relatos masticados de la manera convencional", dijo Fonzi.
La intérprete de tiras televisivas como Verano del 98, Ricos y Famosos, El Sodero de mi Vida y Disputas, explicó que en esta historia "entra lo fantástico, con un buen tono actoral, con una trama particular, extraña y con un mundo poco convencional".
Completan el elenco del film Laura Paredes, Julieta Cayetina, Julián Kartún, Paula Baldini, Gastón Cocchiarale y Jorge Prado.
¿En qué sentido describe a Claudia como una propuesta distinta?
-En cuanto al registro y a la estética, no es un costumbrismo naturalista que es en general lo que las películas argentinas tratan de reflejar, se sale del canon con una protagonista que es medio maníaca, que trata de hacer todo bien, pero por debajo no se entiende a dónde va.
¿Cómo define a su personaje?
-No separaría tanto la película del personaje. Es una persona que vive en un mundo muy particular, en el que predomina la eficacia y el control. Ella es una superheroína de una realidad paralela.
¿Cómo es la participación en el colectivo de actrices?
-El colectivo es una herramienta de la época. Las actrices nos unimos a partir de que el sistema nos hace populares y usamos esa popularidad para visibilizar desigualdades del sistema mismo y este no nos puede sacar el micrófono. Ese es el poder que tenemos. Nos interpela la época y ocupar ese espacio con responsabilidad política me parece que es la única salida. Somos muchas y todas pensamos distinto, pero nos unen las mimas causas y a su vez nos juntamos con otras agrupaciones.
¿Cree que su militancia feminista y la lucha por la legalización del aborto marcaron un punto de inflexión en su carrera?
-Se me vinieron en contra cuando hablé de la marihuana y cuando me manifesté sobre el aborto antes del debate en Diputados, tengo una manera de decir las cosas que les puede servir a los medios. Creo que hay un montón de gente a la que no le sirve que el movimiento de mujeres crezca, porque incomoda y trata de romper eso y de fracturarnos de todas las maneras posibles, pero justamente toda esta resistencia que hay al movimiento nos hace dar cuenta de que el poder que tenemos es más grande de lo que pensamos. No me imagino la vida de otra manera, sin haberme metido en la militancia. Luego trato de no sentirme afectada en lo personal por todos los haters que hay en las redes sociales. Busco festejar la vida, soy actriz y disfruto eso y de no vivir siendo una militante enojada, que también lo soy (risas).