Con el desafío de cantar mal a propósito para el film sobre Florence Foster Jenkins, la actriz habla de la buena fortuna en su labor. “Encontré el trabajo de mi vida lo suficientemente temprano”, admite.

Después de su consagración allá por los ochenta, Meryl Streep, transitó las siguientes décadas desplegando talento. Aquella memorable labor en Los Puentes de Madison, exhibiendo los dolorosos deseos de una mujer que envejece, o su capacidad para hacer reir y llorar a sus empleadas en El diablo viste la moda. En esta oportunidad, con su película, "Florence la mejor peor de todas", Streep vuelve a ser entrevistada por DIARIO POPULAR, esta vez en el Conrad de Nueva York.

- ¿Cómo se preparó?

- Bueno, esta basada en una persona real. Y la razón fue que Florence Foster en mi mente, fue tan popular en su vida y causó tanta impresión, no sólo por cantar muy mal, si no por hacerlo con esperanza y mucha alegría. Usted podía verle las hilachas de su trabajo.

- ¿Por qué la querían mucho?

- Amaban la fe que ponía por su voz. Inevitablemente se salió de su camino y el público también amó sus errores. Pero había que tener algo más que cantar mal. Eso fue lo que me atrajo de ese rol, la humanidad de la mujer. ¿Y qué es un amateur? ¿Y qué es amar mucho lo que se hace, a pesar de no ser tan bueno? Le pueden decir que no es buen golfista e igual, seguir intentándolo.

- Uno de los momentos más emotivos del film es cuando ella dice 'yo no puedo cantar, pero ellos no pueden decidir que yo no cante. ¿Qué pesa más en usted, hacer lo que le encanta hacer o que otra gente se lo diga?

- Bueno, lo que ella dijo, lo dijo de verdad. En lo que a mi respecta, me siento afortunada por haber encontrado el trabajo de mi vida lo suficientemente temprano.

- ¿Cómo mantiene esa vitalidad y piel tan juvenil?

- Acerquese un poco más y mire. (risas). Nado una milla (1.600 metros) todos los días. Me gusta hacerlo, hace que mi cuerpo se sienta bien. No sé, todos nos sentimos afortunados si tenemos la salud, pero ninguno la tendremos para siempre. Sea feliz cuando usted se sienta bien.

- Virtualmente neoyorquina, imagino que apoya a Hillary?

-Sí, me siento neoyorquina y apoyo a Hillary Clinton.

- ¿Qué piensa de Donald Trump? ¿Lo conoce?

- Sí, cené una vez con él, pero hace mucho tiempo. Puedo hacer una imitación fantástica de Trump, no ahora. (risas). Y sí, tengo la esperanzas de que Hillary ganará.

- ¿Está satisfecha con sus actuaciones o es muy autocrítica?

- Sí, siempre estoy impaciente cuando trabajo. Quiero trabajar continuamente, me gusta la gente que es rápida con sus piernas, no me gusta mucha preparación. No me gusta el telón verde y la técnica, que pongan puntos en tu cara y todas esa cosas me aburren. Pero inevitablemente, cuando veo una película pienso que habría deseado más tiempo para sentir lo que se hizo o por qué ellos cortaron en determinado lugar.

l Cantar mal a propósito debió requerir de gran esfuerzo...

- Es un poco difícil salirse de la nota, pero eso era gran parte de lo que ella hacía como cantante. Es como cuando la gente me dice, que aquel acento fue tan bueno para yo decirles, "espere, esperen". El acento es parte de todo el problema. Usted no mira a un bebé y dice, "¡Oh mi Dios, la ceja izquierda es maravillosa!" (risas), usted mira a un todo. Y para mí, su canto es sólo otra pieza, una manifestación de su exceso y de la forma en que se vestía. Si me ponían un collar, pedía tres más (risas).

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