El actor cree que hoy se trata peor al otro, más aun si se compite con él, y que "los seres humanos tendemos a reconocer menos al que tiene méritos". Volcado a una opción política, dice que la grieta entre los actores "esta más instalada en los medios que en la realidad".

Está transitando un excelente momento personal y profesional. Afirma que el camino que lo trajo hasta este presente se basa en el talento, el sacrificio y el amor a la vocación. Por primera vez en su vida decidió incursionar en las arenas políticas apoyando a Sergio Massa. Estás y otras cuestiones son abordadas en esta entrevista por Fabián Gianola, quien se encuentra protagonizando el musical 50 Sombras, revela que nunca quisiera sentirse un actor consagrado.

l ¿En qué momento de su vida siente que se encuentra?

-En un muy buen momento, tanto en lo personal como en lo profesional. Siento un gran reconocimiento por parte de la gente del medio. Noto que comienzan a reconocer que soy un tipo con trayectoria. De hecho, hoy tengo cinco ofrecimientos para hacer teatro y otro tanto para trabajar en la tele.

l ¿Cómo fue el camino que lo trajo hasta acá?

-Fue de gran sacrificio, de mucho amor y respeto por lo que hago y de gran contracción al trabajo. Tengo una enorme vocación por lo que hago. A los 52 años, estoy feliz por hacer de mi vocación mi profesión y poder vivir de esto.

l ¿Siente que en el medio ocupa el lugar que se merece?

-Eso es coyuntural. A veces, el lugar que se ocupa tiene que ver con factores ajenos a la capacidad, al talento o a los valores personales. De todos modos, yo me siento muy bien donde estoy.

l ¿Se siente consagrado?

-Nunca quisiera sentirme un actor consagrado.

l ¿Su apellido ya es una marca registrada en el medio?

-No soy quién para decirlo.

l ¿Con qué obstáculos tropiezan los actores que quieren vivir de su trabajo?

-Hoy hay muy poco trabajo para el actor. En la tele, debe haber quince actores con contrato por tira y siete u ocho que cobran con bolos. Si a eso le sumamos las cosas del INCA el número asciende, como mucho, a los 150. Para un gremio que tiene 12 mil afiliados, es poquísimo. Por suerte, hay muchísimo teatro y se filman algunas películas. Hoy esta profesión está atravesando un momento difícil. De todos modos, lo que le puedo decir a un actor que está luchando por instalarse es que la voluntad, las ganas de ser, el apego al trabajo, no desaprovechar las oportunidades y ser un profesional confiable para el productor y para el director siempre es importante.

l Esta situación profesional, ¿es repetida o está cada vez peor?

-La profesión empeoró. Antes se vendían las tiras al exterior con los actores adentro, hoy se venden los formatos. Por ende, el actor no tiene acceso a la internacionalidad que puede obtener si el proyecto se convierte en un éxito, como le pasó a Natalia Oreiro o Andrea del Boca, que triunfaron en el exterior. Esto va en detrimento del trabajo actoral.

l Imagino que en algún momento de su trayectoria habrá sufrido fluctuaciones económicas, ¿cómo se adaptó a ellas?

-Bien, porque siempre tuve una vida muy tranquila, nunca fui ostentoso. Si doy un paso, es porque lo puedo dar. Desde el '92, cuando comencé con "Los Benvenuto" siempre tuve mucho trabajo.

l Las fluctuaciones emocionales, ¿cómo impactaron en su vida?

-Como a cualquiera. Emocionalmente, soy equilibrado. Hace 26 años que estoy con mi mujer. Estoy muy metido en mi casa, con mi familia. Tengo ganas de pasarla bien con mis seres queridos.

l Los impactos en el ego, ¿alguna vez hicieron centro en usted?

-No mucho. Mi viejo era actor y, de chico, ya sabía esas cosas por mi padre. El firmaba autógrafos en la puerta de mi casa, sobre el techo del auto que estaba a la venta porque hacía seis meses que no conseguía trabajo, mientras la gente le decía: "Beto, siempre lo miramos".

l ¿Cómo se lleva con sus colegas?

-Tengo muy buena relación. Me siento querido por la gente del medio.

l En su medio, ¿es difícil hacerse respetar?

-No es mi caso, pero noto que hoy se respeta menos al prójimo, más aún si compite con uno. Los seres humanos tendemos a reconocer menos al que tiene méritos.

l Tener una posición política tomada, ¿le trajo más enemigos o nada cambió?

-Nadie me dejó de saludar. Por ejemplo, estuve un año trabajando con Alejandro Müller, que es oficialista, y mantuvimos una excelente relación. Jamás tuve problemas con alguien.

l ¿Usted no percibe una grieta entre actores oficialistas y colegas que apoyan a la oposición?

-No. Eso está más instalado en los medios que en la contingencia.

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