Desde el pasado lunes a las 22.30 Telefé estrenó en su pantalla Sandro de América, la serie. Dirigida por Israel Adrián Caetano (el mismo de El marginal, Lo que el tiempo nos dejó, Disputas y Tumberos), la ficción, de sólo 13 capítulos escritos por Esther Feldman, Mariano Vera y equipo, intenta abarcar el recorrido existencial del cantautor Roberto Sánchez, para conocer aspectos desconocidos del popular artista argentino.
La vida del emblemático Gitano en la flamante trama coproducida por el mismo canal y The magic Eye, es reflejada en tres etapas: la juventud, a cargo de Agustín Sullivan; el período de fobias y oscuridad, interpretado por Marco Antonio Caponi, y la madurez y el deterioro encarnada por Antonio Grimau.
En su tramo final, este actor, con un notable parecido físico al enorme Sandro que ahora se revela como un descubrimiento, dice estar frente al “papel” de su vida y a un desafío que lo lleva como nunca, en sus casi 50 años de carrera, a “un estado de gracia”.
“Desde muy joven, muchas veces me han dicho, “¡sos parecido a Sandro!”, y lo tomaba con cierto orgullo”, describe Grimau visiblemente conmovido.
“Cuando tenía 17 o 18 años, vendía champú casa por casa y recuerdo que en más de una oportunidad las señoras me decían “usted es muy parecido a Sandro”.
Lo que nunca hubiera imaginado es que iba a ser convocado para interpretarlo”, se sorprende ante la convocatoria que él mismo define como “la más relevante” de su trabajo. Al tiempo que describe su sensación al colocarse en la piel del autor de Rosa Rosa, entre tantos éxitos. “Es un papel trascendental en mi carrera porque plasmar un personaje que no es de ficción implica una responsabilidad enorme. La propuesta me llegó como una sorpresa y fue una de las mayores alegrías de mi vida”, vocifera quién fuera ícono de la telenovela en los años 80 y 90.
“Nunca hubiera esperado este regalo. Cada vez que me coloqué la réplica de su bata roja, o de su anillo, fue muy emocionante. Me dejó en carne viva, y me marcó un antes y un después, podría cerrar mi carrera con este trabajo”, confiesa el hombre que debió componer el trecho más sombrío de Sandro en el último tercio de su vida, con su adicción al tabaco, el enfisema pulmonar y sus serios problemas de salud.
“Se entregó hasta el último momento, sin titubear y sin lagrimear”, señala Grimau que ha recreado el suspiro final del cantante en Sandro de América, sin sentir tristeza ni particular compasión.
“Él terminó con toda su gloria, intentando cantar para su gente, eligió un destino donde transitar una enfermedad irreversible, y lo aceptó. Por suerte la etapa que encarné es la de un hombre muy enamorado de Olga Garaventa (Muriel Santa Ana), la mujer de su vida. No lo graficaría como un final triste. Roberto aceptó sin titubear ni lagrimear una enfermedad irreversible, rodeado de su gloria y sus seres queridos”, considera este artista. Para dar vida al último período de la historia del ya mítico Roberto Sánchez, este intérprete que viene de instalarse en la cartelera marplatense con el clásico Filomena Marturano junto a Claudia Lapacó, debió recurrir a diversos materiales y apelar a su propia memoria emotiva.
“Cuando fui convocado me nutrí de todos los videos, que hay muchísimos por suerte, tuve muchas lecturas sobre Sandro, el libro de su viuda (Olga Garaventa) que nos da un perfil muy nítido, el libro de Graciela Guiñazú, del cual se basa la miniserie, y la gran cantidad de entrevistas y reportajes que tenemos del artista. Vi cómo se manejó en todos los países de Latinoamérica, donde tuvo la capacidad de adaptarse y de hacer una notable mimetización fonética en cada lugar”, sostiene quién, en esta búsqueda compositiva, se sintió respaldado desde el primer instante por los requisitos de su director.
“Caetano, por su parte, me dio mucha tranquilidad porque lo primero que me dijo es que no importaba el parecido físico, ni quería una imitación y mucho menos una caricatura”, asegura Antonio.
“Me dejó en claro que lo que quería era un actor que se meta en la esencia del personaje”. La mayor dificultad para introducirse en la expresión toda del creador de Dame fuego, Alma y fuego, Quiero llenarme de ti y Una muchacha y una guitarra, entre tantísimas canciones, fue precisamente la de desarrollar sus temas musicales. “Lo más complejo en la composición del personaje fue la parte cantada”, exterioriza Grimau.
“Aun haciendo playback, la gestualidad, su manera de moverse y demás, era tan particular, tan característica y tan rica que fue un verdadero desafío. Me requirió un gran esfuerzo, mucho ensayo. Tuvimos que ensayar y repetir hasta el cansancio muchas veces las tomas hasta alcanzar el parecido que buscaba Caetano”, indica del cineasta de Pizza, birra y faso, Un oso rojo, Francia, Crónica de una fuga y Bolivia, entre tantas películas.
A los 73, Antonio Grimau, apuesta al amor con una joven 38 años menor que era su fan. El intérprete de Sandro de América se prueba nuevamente en la convivencia mientras confiesa no sentir el peso de la diferencia de edad.
“Siempre estuve con mujeres más jóvenes. Si lográs compatibilizar es genial y muy llevadero. En este momento, estoy muy bien acompañado. Estoy conviviendo. Apuesto por el amor. Entiendo que encontré una mujer que me contiene y me ama profundamente y me ayuda y me hace muy feliz”, revela respecto a Marty, una traductora y correctora de textos literarios de 35 años con la que convive desde mediados de 2016.