Luciano Castro: "Jamás vuelvo a mandar un audio"

Todavía se percibe el desengaño vivido cuando salió a la luz un audio filtrado, en el que se quejaba del “zapallo hervido con pollo para enfermos”, la comida que le asignaban durante las grabaciones de Los Ricos no Piden Permiso.

“Ese fue un audio que tiene que ver con un error mío. No se dejan audios, se llama por teléfono o se dicen las cosas en la cara. Porque el audio cuando lo enviaste no es más tuyo”, sentencia.

“Lamentablemente, nunca más un audio. Es la verdad. Fue un error mío por pensar que la gente es buena y que todos son amigos. Pero todos sabemos que existen los amigos del campeón y esas amistades son todo mentira. Vos pensás que son amigos y no. En definitiva, yo he hecho cosas más importantes que dejar un audio. Son muchas horas de grabación y pensás que son tus amigos. Nunca más”, asegura Castro.

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“Sé quién filtró el audio, hablé con esa persona personalmente. Vos pensás que hay respeto y que hay compañerismo, que todos se comportan como vos. Y no es así. Por lo menos no volví a mandar un audio. Igual estaba enojado, pero fue irónico y lo tuve que explicar tanto que ya puedo escribir un libro”, asimiló el hombre sin dobleces.

Luciano se reconoce básico a la hora de relacionarse con sus afectos. “Soy muy básico. Me gusta compartir algún momento del día con mis hijos y mi esposa: sea la cena, o despertarme y poder llevarlos a la escuela, desayunar. Después de eso, soy un animal de laburo: son diez u once horas cada día y yo voy sin problemas, y laburo, laburo, laburo”, reconoce.

l ¿Soñabas cuando comenzaste en Jugate Conmigo llegar a este presente de galán protagonista?

-No, no, para nada. Soy un agradecido por todo lo que me fue pasando y lo que me sigue pasando. La verdad es que, a la edad que tengo, seguir siendo convocado como protagonista en una productora de primer nivel como Underground y en un canal como Telefé es impresionante para mí y lo vivo a conciencia. Ahora también lo disfruto.

l Tuviste que sortear muchos prejuicios para llegar hasta acá, ¿lo sufriste mucho?

-Sí, pero eso fue al principio y creo que fue algo que no dependía tanto de los demás o de esta cosa de que me miraran con prejuicios. Yo sabía qué quería. Siempre sentí que, en todo caso, si yo quería dedicarme a esto, era yo el que tenía que demostrar y formarme y hacer. Jamás pensé en el medio y en los demás. Siempre pensé en mí, en lo que yo quería, en lo que buscaba, en a dónde quería llegar, en lo que tenía que hacer. Empecé en el 92 y son 26 años: 26 años de casualidad no los tiene nadie, ni con mucha suerte. Entonces algo debo haber hecho bien.