385 kilómetros recorre el río Santa Cruz antes de desembocar en el mar. Durante siglos, formó el hábitat de cientos de especies de aves, peces y mamíferos, así como una flora autóctona. Sus aguas de manantial crean y sostienen vida. El caudal, que por momentos es un espejo del cielo patagónico, fue divisado por un asombrado Charles Darwin. “Tenemos el río más caudaloso de la Argentina. El único que va de la Cordillera al mar”, lo describe el kayakista Alexandro Olivera.
“El río Santa Cruz es sumamente emocionante. Ver lo planchado que está, ver las truchas saltar, ver a los pescadores…”, relata Néstor Aguilar, un profesor de Historia que prepara su caña para la pesca.
Sobre la margen, retoza un maca tobiano junto a las crías. Apenas 800 ejemplares se encuentran en toda la Provincia. Desde que el proyecto de las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic apareció sobre el terreno, su población corre peligro de extinción. Pero también hay un peligro latente e irreversible que puede afectar a toda la Patagonia.
El documental “Matar al Río” (de Turba Contenidos) pone de manifiesto el desastre ambiental que acarreará la puesta en funcionamiento de las usinas hidroeléctricas, una mega obra teñida por las trabas judiciales, burocráticas y “nacida de la corrupción” de los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri y las autoridades chinas, según sostiene la película.
El millonario complejo hidroeléctrico propone una potencia de 1.310 megawatts, un 5 por ciento del máximo consumo nacional en punta con el uso del fuerte caudal de las aguas. Una posible solución ecológica a los cortes energéticos. Sin embargo, Pedro Friedrich, ejecutivo de la fundación Banco de Bosques, expone una denuncia reveladora: “El mundo se está alejando de las mega represas. Han sido descartadas como una fuente renovable de energía”.
Los cientos de puestos de trabajo que pretenden crear ambas represas encuentran contrastes en la población local, con autoridades y potenciales empleados en concordancia con la instalación, y lugareños reacios y que han sido “desterrados” de su vivienda familiar para dar lugar al paso de la ingeniería. “Con esto pierdo parte de la tierra que amé y empiezo a correr el riesgo de que entren extraños a mi casa”, cuenta Gerardo Povazsan, expropiado de la estancia Bon Accord.
“China es la número uno en energía eólica y solar, entonces le vende esa energía al primer mundo. Pero este tipo de empresas gigantes que tiene China siguen vendiendo represas al tercer mundo, que busca financiamiento fácil”, detalla Darío Rodríguez, coordinador de campaña de Banco de Bosques en diálogo con DIARIO POPULAR, luego de afirmar que “no se realizaron estudios de impacto ambiental”.
El corto de 13 minutos, que cuenta con el apoyo de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), Aves Argentinas, Banco de Bosques, Fundación Flora y Fauna Argentina, Fundación Naturaleza para el Futuro (FuNaFu) y Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA), es parte de la iniciativa Coalición Río Santa Cruz sin Represas. Mediante el documental, se busca concientizar a la sociedad para defender la naturaleza y manifestar ante los funcionarios gubernamentales los peligros de la mega obra.