Sin el pan y sin la torta. Así empieza a caminar Racing el último tramo del semestre, en el que proyectó sus ambiciones hacia los dos frentes, tanto por el torneo local como por la Copa Libertadores. Pero conservar la base del equipo campeón de 2014, y encima enriquecerlo con media docena de refuerzos de jerarquía, no le sirvió para esquivar la frustración, porque entre los errores propios (nunca definió su identidad y arrastró ciertos altibajos en las individualidades) y las circunstancias negativas que le tocó padecer (entre lesionados y arbitrajes que no lo ayudaron), los dirigidos por Sava se quedaron con las manos vacías.
Pese a que tuvo que arrancar bien desde abajo, disputando la fase de Repechaje frente a Puebla de México, el quedar eliminado en los octavos de final de la Copa Libertadores no fue lo proyectado. Y las heridas van a tardar más en cicatrizar a partir de que la Academia no fue menos que Atlético Mineiro en esta serie. Pero no hizo goles de local y en la revancha, hizo un gran papel, pero la contundencia del adversario (que estuvo por debajo del nivel esperado), lo dejaron afuera de la competencia.
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Lo cierto es que hubo una deuda interna: con cinco o seis delanteros de gran nivel, no tuvo eficacia en el duelo con Mineiro. Aunque la eliminación fue una factura a errores anteriores, como el partido con Boca, en Avellaneda: allí, hubo confusión con el esquema (muchos atacantes para no atacar nunca) y falencias individuales, para resolver en los momentos clave.
Pero a decir verdad, no tuvo fue responsabilidad de Sava (al que le costó encontrar un sistema que pudiera contemplar el equilibrio en el funcionamiento), porque los lesionados dejaron su huellas; primero, Lollo, el gran referente de la defensa; después, Bou, quien en medio de un conflicto económico y el apuro por volver, dejó de ser trascendente para Racing; y siguió en Cerro (rueda de auxilio en la mitad de la cancha) y Sebastián Saja, justo en el partido definitorio. Entonces, el super plantel, que tambaleó inesperadamente en el torneo local, ya no pudo disimular su fragilidad y sus sueños se derrumbaron como un castillo de naipes.
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