Los primeros 20 minutos fueron un monólogo de los trasandinos, que atacando por la banda derecha le generó más de un dolor de cabeza a una selección que, si no hubiese sido por las intervenciones de su arquero, se hubiese ido al descanso con más de uno adentro.
Las proyecciones de Mauricio Isla y las corridas de José Fuenzalida fueron un problema sin solución para Marvin Bejarano, que no podía hacer nada para controlar a una formación que salió decidida a conseguir ese triunfo que necesitaban para volver a acomodarse.
En ese contexto, Eduardo Vargas metió dos cabezazos que empezaron a transformar en figura a Carlos Lampe, un rato después le ahogó el grito a Alexis Sánchez.
Con el correr de los minutos, la intensidad del local fue mermando. Angel Hoyos reforzó su banda izquierda con Yasmani Duck y los chilenos ya no desbordaron con facilidad.
En el cierre, Marcelo Martins pateó por primera vez al arco y su derechazo, de afuera del área, se fue cerca del palo derecho de Cristopher Toselli, hasta allí un espectador de lujo.
En el complemento, Juan Antonio Pizzi mandó a la cancha a Matías Fernández con la intención de ganar fútbol e intentar lastimar por el centro, pero no le resultó como esperaba y el mendocino debió abandonar el terreno al poco tiempo por lesión.
La visita, con Ronald Raldes como abanderado, mantuvo el orden y fue sólido para sostener el resultado. Y así, esperando, tuvo una situación clarísima en los pies de Juan Arce, que dentro del área chica no pudo con Toselli.
Sin claridad, Chile terminó jugando el último cuarto de hora en el campo rival, pero lo más importante lo generó con un remate de media distancia de Arturo Vidal que, una vez más, se encontró con las manos de un inquebrantable Lampe, que se calzó la pilcha de superhéroe para arrebatarle una unidad al bicampeón de América nada más ni nada menos que en el Estadio Nacional
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