Pegó un portazo. Y dejó todo en banda. Ramón Díaz hizo lo que tenía deseos de hacer: pasarle una factura a Rodolfo D'Onofrio, quien siempre, con más o menos elegancia, resistió la presencia del Pelado en River. El costo político que sufrirá el presidente del club se medirá todos los días.
   Apenas Rodolfo D'Onofrio ganó las elecciones como presidente de River el 15 de diciembre de 2013 con el 56 por ciento de los votos, el ambiente del fútbol argentino no desconocía que Ramón Angel Díaz iba a encontrarse con novedades no deseadas. Una de ellas, más allá de la relectura y rebaja en las cifras de su contrato que había firmado bajo la administración de Daniel Passarella, era quitarle al Pelado autonomía y facultades futbolísticas.

   La realidad es que D'Onofrio y el manager Enzo Francescoli, no se sentían bien representados por los modos, las formas, el individualismo y los procederes de Díaz. De arranque pretendieron limitarlo. O rodearle la manzana para hacerle comprender que habían cambiado radicalmente las reglas de juego. Y que Ramón tenía que adaptarse, sin quejas ni planteos, al nuevo orden político, institucional y deportivo; o irse buscando otros horizontes más permeables a su línea y su estilo.

   El Pelado se la bancó con más o menos pesares y disgustos. D'Onofrio le marcó la cancha: 'Esto sí, esto no, lo otro tampoco. lo otro puede ser'. Querían a un Pelado domesticado, obediente, sumiso, subordinado al poder de turno. Las circunstancias indicaron que la dirigencia estaba mirando otro canal. Se dejaron llevar por el voluntarismo. Por una expresión de deseos. Por un entusiasmo estéril. O por la prepotencia y el ímpetu que en muchísimas oportunidades encierra el poder.

   Se equivocaron. Como en diciembre de 2001 se equivocó Mauricio Macri al desafiar en una rueda de prensa a Carlos Bianchi para que explique las razones de su inminente partida. El Virrey lo dejó pagando y a las pocas semanas se despidió de Boca. Un año después el mismo Macri, conciente de su error político, fue al pie a pedirle a Bianchi que regresara. Y regresó con todos los honores. Como también lo hizo en enero de 2013 después de un operativo clamor que desalojó del cargo a Julio Falcioni e instaló como única opción a Bianchi.

   No son casualidades estos grandes cimbronazos en el fútbol argentino. Nueve de cada diez dirigentes, apenas asumen suelen creer que son los dueños de los clubes. Y que fueron elegidos por los socios para hacer y deshacer sin que nadie los interpele o los rechace. Quizás no interpretan o no quieren interpretar que un club sin fines de lucro no es una propiedad privada. Por lo menos en la Argentina.

   Las imágenes recientes de Cantero en Independiente, Blanco, Cogorno y Molina en Racing, Angelici en Boca, Passarella en River, Abdo en San Lorenzo, Lerche en Colón y tantos otros articuladores de respuestas penosas y lamentables, dan testimonio de un estado de descomposición que no se detiene. Por el contrario; se profundiza.

   D'Onofrio cometió un error capital en su relación con Díaz: se puso por delante de River. Como los dirigentes antes citados se pusieron por delante de sus clubes. Hay egos indisimulables. Hay sobreactuaciones que el fútbol siempre delata. Porque el fútbol como dice Roberto Perfumo, "es el gran alcahuete de la aldea global". Revela todo. Lo mejor y lo peor. Las grandezas y las miserias. Y lo hace en cuestión de días. No hay que esperar demasiado para ver los resultados. Salen, se filtran, fluyen.

   Los dirigentes caminan con demasiada frecuencia por esos abismos. Y más de uno se cae. Porque hacen todo lo posible para caerse. El Pelado Díaz, que nunca ha sido un santo ni nada parecido, renunció a River, después de sentir en la piel que lo venían acosando. Es cierto, fue oportunista Ramón. Lo hizo después de salir campeón. Pero los dirigentes nunca han dejado de ser grandes oportunistas. Y grandes manipuladores.

   Tendrá que remar y remar D'Onofrio para recomponer algo de lo que le estalló en las manos. Porque esto se paga al contado o en cuotas. Pero se paga. Y en el fútbol se paga con crédito político.

   La moraleja es que no hay que subestimar a nadie. Al Pelado la dirigencia de River lo subestimó. Y el tiro le salió por la culata.      

Contacto

Registro ISSN - Propiedad Intelectual: Nº: RL-2025-11499155-APN-DNDA#MJ - Domicilio Legal: Intendente Beguiristain 146 - Sarandí (1872) - Buenos Aires - Argentina Teléfono/Fax: (+5411) 4204-3161/9513 - [email protected]

Edición Nro. 15739

 

Dirección

Propietario: Man Press S.A. - Director: Francisco Nicolás Fascetto © 2017 Copyright Diario Popular - Todos los derechos reservados