¿River es mejor equipo que Boca? Sí. ¿River mereció ganar en La Bombonera? Sí. Seguramente a partir de un análisis y también de un deseo imposible de ocultar, esa bandera de River que continúa siendo el Beto Alonso, un par de días previos al partido, dijo recordando aquellas palabras de Guillermo Barros Schelotto respecto a que se cumplía un año que a Boca no le daban un penal a favor: “Cuando se llora tanto es porque hay un poco de cagazo”. Y agregó Alonso presagiando lo que después ocurrió: “Hoy River está dos goles arriba de Boca”.
Acertó el Beto en los dos goles de diferencia, si se menciona el 3-1 final. Respecto a los llantos y al “cagazo” invocado por el ídolorack, habrá que señalar que tanto Barros Schelotto como Marcelo Gallardo suelen ser hijos de la lágrima. A veces, antes, durante y después de cada partido llora más uno que otro, pero ambos son funcionales a la queja y el lamento.
El 3-1 a favor de River no admite ninguna mnifestación evocando una injusticia. Bo la hubo. Boca la sacó muy barata en el primer tiempo con el descuento de Gago sobre el cierre y en el complemento, más allá de las chances que dispuso a puro empuje, no le alcanzó para equiparar lo que había brindado su rival en los primeros 45 minutos, cuando marcó una superioridad individual y colectiva que el resultado parcial de ninguna manera reflejó.
Enfocando el partido y a la vez trascendiéndolo, queda en evidencia algo significativo: este Boca es el puntero del campeonato. Sin embargo no lo parece. No brinda señales ni mensajes futbolísticos sólidos ni convincentes como para confirmar que estamos en presencia de un buen equipo.
La realidad es que no lo es. Y volvió a demostrarlo en la caída frente a River. No por la derrota que cosechó que por supuesto le complica su horizonte, sino por su rendimiento. Por su mediocre rendimiento, en definitiva. Es líder, pero no juega a la altura de un líder. ¿Cómo juega, entonces? Como un equipo con escasos recursos. Sin vuelo, sin funcionamiento y solo alumbrado por algunas respuestas demasiado erráticas de sus jugadores.
Es cierto, le alcanzó para escalar a la punta de la tabla y no resignarla a 6 fechas del cierre del torneo, pero el fútbol nunca se nutrió solo de relieves estadísticos. Lo alimentan otros contenidos. Y los contenidos que, en general, denuncia Boca son precarios. Y también insuficientes para satisfacer la expectativa que genera.
Ante River, Boca reveló lo que tiene y lo que le falta. Lo que tiene es una vocación de ataque que el ambiente le valora. ¿Pero qué otra cosa podría hacer Boca que atacar? ¿Especular? ¿Resignar la posesión de la pelota? ¿Esperar a ver qué hace el adversario? Está obligado a atacar. Y más aún de local. Pero llevar la pelota a campo rival no expresa que un equipo sepa atacar. Y Boca ataca más compromiso que por convicción.
La convicción también delata la identidad de un equipo. Y este Boca naufraga, a pesar de ser puntero. Naufraga como naufragó en una primera etapa frente a River que lo tuvo al borde de la catástrofe. Fue River el que le perdonó la vida, cuando tenía todo servido en bandeja para liquidar el superclásico. Difícilmente se le presente a River enfrentar a Boca tan eclipsado por sus propias sombras. Tan vulnerable. Tan frágil. Tan sometido por las circunstancias.
El bombazo estelar de tiro libre de Gago que aterrizó detrás de ese discreto arquero que es Batalla le dio a Boca la esperanza que ya parecía haber perdido. Y pudo empatar en un par de arremetidas forzadas. Nada que no se previera. Hasta que el pibe Driussi clavó el tercero. River había dejado algo para darle sustento a su victoria. Algo de juego. Algo de elaboración en la maniobra de los dos primeros goles. Algo de contundencia en Pity Martínez (como le entró de aire a la pelota en el gol le entraba Pinino Mas, aquel puntero izquierdo zurdo de los 60 y 70) y de fe goleadora en Alario.
No brilló River. Pero demostró que por estos días es mejor equipo que Boca. Como si se sintiera más seguro, más fino en sus resoluciones,más convencido. Boca, en cambio, parece atrapado. Y con una presión que poco a poco lo va cercando. Su pesadilla la protagonizó nada menos que River en La Bombonera.
Habrá que ver si se recupera o se cae. Aunque la tabla reconfirme que continúa mirando a todos desde arriba.
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