Sólo le faltaba ganar en la Bombonera y lo hizo cuando el equipo más lo necesitaba. Igual nada de espinas guardadas y por eso recuerda sin que nadie se lo pregunte que ya había disfrutado los clásico de la Copa. “Queríamos ganar para tener vida en el torneo y lo pensamos de ese modo, como un partido importante para los objetivos que nos propusimos en el inicio de la temporada cuando estabamos lejos y queríamos sumar para conseguir un lugar en la Copa Libertadores del año que viene, que es algo muy importante desde lo institucional”, dice mientras decenas de micrófonos captan la voz de un tipo con la misma tranquilidad de siempre. Gallardo lo deja en claro cuando agrega: “Este partido no está en el podio porque no nos da ningún título, es especial por el rival, pero no somos campeones”. Casi como para que quede en claro que si era una espina o una cuenta pendiente se lo guarda para adentro.
Su semana previa, los trabajos tácticos y los videos que vio le daba un tinte de alta intensidad al clásico. Por eso cuidó a casi todos, por eso hizo un trabajo especial con Nacho, por eso el viernes lo tuvo a Maidana trabajando en la pelota parada en defensa y ataque, por eso lo mandó a Pity a la izquierda cuando venía jugando por derecha y por eso le cuando llegó a la Bombonera les habló a casi todos para recordarles detalles tácticos. Así vivió el partido, a pleno, y los primeros dos goles los gritó con una furia más furiosa. Hasta habló más de la cuenta con Delfino el cuarto árbitro y se quejó con el adicional que acabó con el descuento de Gago.
“El primer tiempo fue de un dominio superior sobre el rival, el gol del final le dio vida al partido, pero pudimos tener una ventaja mayor, en el juego lo superamos y lo confirmamos en el segundo tiempo sobre el final, pero siempre fuimos un equipo serio, la figura fue el equipo”, contó el Muñeco más relajado y cuando ya no había nada en juego más que poner en palabras otro lugar en la historia.
Dentro del campo de juego, un rato antes, con el pitazo final fue derecho a abrazar a Ponzio y enseguida a Maidana, sus líderes dentro del campo de juego. A ellos les dijo gracias porque fueron los que entendieron a la perfección el sentido táctico del partido. Justamente con los dos había hablado cuando Pity y Alario estaban festejando sus goles, ajustando detalles que la alegría no le iba a permitir obviar.
Gallardo ahora ya no tiene casilleros y objetivos que tildar. El triunfo histórico en la Bombonera que el tiempo agigantará aun más si es que los resultados acaban poniendole disputar el título; pocos lo lograron y él que estuvo como jugador en momentos inolvidables ahora lo hace como entrenador. La historia de River tiene un antes y un después de Gallardo y el triunfo en la Boca no hace más que alimentar ese mito.
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