Marcos Díaz no se conformó con la alegría por la consagración. En medio de los abrazos, prometió entre sollozos: “Huracán va a ser de Primera”. El arquero atajó ocho penales a lo largo de toda la Copa Argentina.
Su buzo se cotizará en el valor del oro. Podrá usarse, con el correr de los años, para disfrazarse de héroe, cada vez que Huracán alce copas para brindar por el título de campeón argentino que obtuvo anoche, lejos de casa, y gracias a las atajadas en la definición por penales de su arquero Marcos Díaz.
Fueron dos, uno a Caranta cuando la cosa estaba complicada y otro, el definitivo, el de la consagración, al Sapo Encina. Se arrodillo en el área chica y todo Huracán lo rodeó en un abrazo interminable.
"Siento una felicidad enorme, este es un grupo bárbaro y no tengo dudas de que ahora Huracán va a volver a Primera".
Un grito de felicidad transformado en juramento. Así lo celebró Marcos Díaz que sabía de que se trataba: en esta misma edición de la Copa Argentina ya había sido crucial para apuntalar el avance de Huracán con tres atajadas fundamentales ante Estudiantes y otras tres frente a Banfield. "Estamos todos muy contentos -exclamó el arquero- pero ahora hay que ponerle el broche a esta alegría".
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