Cuando el presidente de Banfield,
Eduardo Spinosa, le bajó la persiana a Boca, el ofrecimiento había sido de 1,5 millones de dólares por la mitad del pase. Esta vez,
Angelici ofrecería 3,5 millones en la misma moneda, pero resultan insuficientes para aplicar la cláusula que no fue difundida, pero no sería menor a los cuatro millones de la divisa estadounidense.
¿Por qué sigue negociando el Taladro después de anunciar
pomposamente el final de la negociación? Porque el club necesita con urgencia, y en efectivo, un millón de dólares para saldar la deuda con
Defensor Sporting de Uruguay, por el pase jamás cancelado de
Diego De Souza. El club uruguayo apeló a la
FIFA, que estipuló una
sanción deportiva para Banfield de nueve puntos prevista para el final del campeonato que el propio
Spinosa apeló, pero se terminan los plazos y sin no cancelan la deuda, el fallo será efectivo. Y eso es lo que negocian: el pago en efectivo, el millón necesario y luego cuotas, la transferencia de la deuda y alguna variante que gira en torno a los dos intereses:
el que vende no quiere mal vender y el que compra, regatea.
De confirmarse la operación, en los términos que fueran, el mercado de pases para Banfield habrá sido otra oportunidad para convertir a Boca en un socio comercial importante. Ya parece una tradición que no distingue gestiones, ya que fue
Carlos Portell quien marcó el camino y emerge el nuevo presidente Spinosa como garante de una política que él mismo en campaña prometió terminar.
Si lo de Boca no prospera,
Tagliafico se irá igual porque al comienzo de la pretemporada le comunicaron al técnico
Matías Almeyda que el jugador sería vendido al mejor postor y la llegada de
Matías Abelairas tiene que ver con eso: el Pitu lo reemplaza en la posición. Si no es el Xeneize,
como tampoco fue River, será por menos dinero que la cláusula estipulada a cualquier club que pague en euros o dólares, independientemente del mercado.