Se repitió el mismo escenario de siempre, con el Diez rodeado de rivales, sin socios para progresar y hacer la diferencia. Como en otros procesos, sólo con sus chispazos, para la Selección argentina no es suficiente...

Para Messi, ya es un karma. Es un tema que va más allá de sus aportes futbolísticos, del esquema, del protagonista que se instale en el banco de suplentes y hasta de sus compañeros.

El mejor jugador del mundo no consigue un escenario favorable con la camiseta de la Selección Argentina y entonces, únicamente con chispazos o buenas intenciones, no le alcanzar para hacer la diferencia en el momento que el equipo más lo necesita. Una famosa película nacional se titulaba: “no sos vos, soy yo”, y eso puede reflejar la deuda del conjunto hacia su capitán: porque la Pulga no consigue socios como para brillar en toda su magnitud y queda lejos del jugador que semana a semana se luce defendiendo los colores del Barcelona, en una crónica que parece repetirse periódicamente, y que hoy en día pone a los dirigidos por Sampaoli entre la espada y la pared, porque a dos fechas de la finalización de la eliminatoria, se mantiene en la zona de repechaje, después de haber dejado pasado el tren de la esperanza, por su falta de respuesta frente a Venezuela, en una decepción Monumental.

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En el final del partido, la gente silbó al equipo y reaccionó a favor de Messi. Pero más allá de que no la pierde nunca, que siempre ubica al mejor compañero ubicado, que fue un conductor lúcido en el primer tiempo y que metió varios pases profundos que merecieron terminar en gol, también es cierto que en el complemento, cuando los fantasmas empezaron a golpear a las puertas de la cancha de River, se resignó a quedar rodeado de adversarios, lejos de usufructuar nuevas sociedad para torcer el destino de un partido que le jugaba en contra a la Selección Argentina.

De sus puntos positivos, estuvieron los pases verticales para Di María, en el tramo inicial del encuentro, cuando parecía que el gol llegaba en cualquier momento, un caño tan bello como eficaz sobre Murillo y sus ganas de encarar, una y otra vez, pese a que muchas veces, sus compañeros actuaban como adversarios, por la manera en la que le devolvían el balón. Y en el estribo del cotejo, metió un pase profundo, preciso, para Pastore, pero el jugador del PSG llegó sin convicción para resolver un mano a mano muy favorable.

El tema siempre es “Messi, en su laberinto”. Antes, las críticas eran para Palacio, Higuaín, Agüero, Lavezzi, porque no eran socios eficaces para el juego del Diez. Pero ahora, con Dybala. No hay conexión. Y los pequeños aportes de Messi, no terminan siendo suficientes para lo que la Selección Argentina espera de él. i

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