En la fase de grupos del torneo continental, el conjunto de La Ribera fue el mejor, no sólo de esta edición, si no de la historia. Además, en el torneo local, se ubicaba en la primera posición, de la cual llegó a adueñarse en solitario. Hoy, el Xeneize no está en el certamen más importante del continente y tampoco es líder en el país. Para la segunda parte del año, apuntará a recuperar la cima y pelear por la Copa Argentina. Objetivos menores, en relación a lo que se esperaba, ya que la Libertadores era la obsesión.
Para esta primera parte del año, Boca se reforzó con todo. Al plantel se sumaron Daniel Osvaldo, Gino Peruzzi, Nicolás Lodeiro, Pablo Pérez, Guillermo Sara, Alexis Rolín, Luciano Fabián Monzón y Marco Torsiglieri. Ante esta catarata de nombres importantes, todos lo daban como el gran candidato a ganar todo. Se hablaba de tener dos jugadores por puesto, pero las cosas no le salieron cómo pretendía.
En los primeros encuentros, el paso fue arrollador y estaba acorde a lo esperado. Luego de clasificar a la Libertadores, tras el polémico desempate con Vélez, el equipo ganó los seis partidos del grupo, y en la Argentina, lideraba la tabla de posiciones. En total, fueron 18 partidos oficiales sin perder, pero llegó River por la Copa, y en Nuñez, le sacó la imbatibilidad, con gol de Carlos Sánchez de penal.
De ahí en más, el equipo no se pudo levantar más. Pasó lo del gas pimienta en La Bombonera, y luego perdió ante el humilde Aldosivi y también frente a Vélez. Esto hizo que San Lorenzo le arrebatara la cima del campeonato. En el medio, hubo una victoria ante Huracán Las Heras por la Copa Argentina, pero sin mostrar un buen nivel.
Lo que se esperaba de este plantel, no se hizo realidad. Hoy,
a Boca sólo le queda despedir esta parte de la competencia con una victoria ante La Lepra, para seguir peleando arriba, y luego pensar en salir campeón de la Copa Argentina. Se esperaba mucho más del Xeneize, que ahora tendrá que conformarse con lo que le queda por disputar.
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