Nicolás De la Cruz, 20 años y una de las sensaciones de River, se entregó a un mano a mano con DIARIO POPULAR en el que habló de su adaptación al mundo millonario y a los golpes que recibió: esos que duelen en el cuerpo y los que se sufren en grupo
Nicolás De la Cruz llegó a River hace poco tiempo con los aires de una joya que valía millones de dólares. Traía la tranquilidad de que con su talento le bastaba para jugar y sacar diferencias, incluso en las juveniles de la selección, pero en el primer entrenamiento le dejaron en claro que las cosas eran diferentes. La adaptación -que Marcelo Gallardo hubiera preferido fuera más lenta- y los partidos lo están haciendo aprender a la fuerza de algunas patadas de las que no se queja pero que recién ahora entiende.
“Me pegan porque traslado mucho la pelota, eso es un error, y estoy aprendiendo”, le dice a DIARIO POPULAR mientras explica qué tan diferente es jugar a la pelota en Uruguay y acá en la Argentina.
—¿Cómo va la adaptación al fútbol argentino y a River?
—Muy tranquila, la vivo muy bien, el mundo River te exige estar metido todo el tiempo al cien por cien y creo que estoy totalmente adaptado. Ahora, al sumar minutos, me va a hacer bien para agarrar ritmo, y luego hacer la pretemporada va a ser muy importante.
—¿Qué es lo que más cuesta desde lo futbolístico?
—Lo físico. Yo venía de un parate en el fútbol uruguayo y recuperar ese ritmo es lo que me cuesta, pero lo voy a ir logrando con los partidos y con la pretemporada.
—¿Cuándo hablás de lo físico te referís al roce, al contacto, a la marca?
—Es totalmente distinto, acá hay pocos espacios, allá en Uruguay había más tiempo; en el fútbol uruguayo me acostumbré a tener más la pelota, a pensar qué hacer, y acá el cambio fue total. Es muy diferente.
—¿Cuándo te diste cuenta de que te iba a costar y que tenías que cambiar el modo de jugar?
—En el primer entrenamiento ya lo supe, era muy difícil hacer una recepción y mirar hacia adelante para dar un pase. Por eso antes de recibir el pase ya tengo que saber qué hacer posteriormente, porque no te dan tiempo, y es lo que voy aprendiendo con los partidos.
—Antes podías pensar con la pelota, ¿ahora ya no?
—Claro, antes podía controlar el balón y empezar a ver qué hacer, pensar; ese tiempo acá ya no está, si no sabés lo que hacer antes de recibir, es probable que pierdas la pelota. Es una milésima de segundo la que hay que aprovechar para seguir con la jugada.
—Es raro que digas que acá es más fuerte, cuando suele pensarse que el fútbol uruguayo es más brusco.
—Ya me adapté a recibir muchas faltas por partido, pero es error de uno trasladar tanto la pelota. Si bien es fuerte y aguerrido, acá si jugás a uno o dos toques te pegan menos y se simplifica el juego; es lo que tengo que ir aprendiendo.
—Se te ha visto jugar en varias zonas de la cancha: ¿dónde estás más cómodo?
—Me gusta de tres cuartos de cancha para adelante, recibiendo en esa zona, ya sea de afuera para adentro o al revés, para encontrarme con los delanteros. Me gusta ser enganche, siempre jugué ahí. Igual, sé que el típico enganche está desapareciendo, hay que intentar hacer lo que sabés pero adaptándose a otras posiciones.
—Gallardo fue un gran enganche. ¿Qué te aportó?
—Me habla mucho de la dinámica, del pase, de pisar el área seguido, y es lo que voy intentado en cada partido. Cuesta pisar el área por las marcas y por cómo defienden los rivales, pero es un tema de la cabeza y estando motivado lo vas a hacer porque a todos nos justa a hacer goles.
—¿Cómo viviste desde tu lugar de recién llegado y siendo chico todo lo que pasó con Lanús?
—Fue muy doloroso y lo viví como todo el grupo, pero lo importante es la unión del grupo para poder salir de esas situaciones, y seguramente seguirá así porque este es un grupo que logró muchos títulos gracias a la unión que tiene.
—¿Qué es más complicado: adaptarse al fútbol o vivir en Argentina todos los días?
—Acá es todo muy parecido, la cultura, las cosas, la vida, pero lo que más me cuesta es el tránsito. Andan muy apurados, muy rápido, pero te adaptás.
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