Dos triunfos en fila fueron suficientes para que los hinchas se animen a una nueva ilusión. Detrás de la vuelta de Milito y con las convicciones futbolísticas del equipo, los dirigidos por Cocca esperan estar en la pelea de arriba
Se sabe que el hincha de Racing no necesita demasiado para dejar volar su ilusión. Es que en las últimas décadas de acostumbró a ponerle el pecho a las balas (o a las bombas), por el descenso, la quiebra, el gerenciamiento y un único título local en 45 años (el Apertura 2001). Por eso, es entendible que en el arranque de un nuevo campeonato, con seis puntos en dos fechas, con la vuelta de Milito, la garantía de Saja en el arco y la aparición de figuras que insinúan un gran potencial, luego de la victoria en el clásico con San Lorenzo, los fanáticos sueñen a lo grande.

A veces, en Racing, hay ciertas lógicas que no se cumplen. Porque la Academia viene de la peor temporada de su historia, con el paso de cinco técnicos (Zubeldía, Radaelli, Ischia, Nacho González y nada más ni nada menos que Merlo), en doce meses, lo que se acumuló a la partida de tres de las joyas de la cantera: Vietto, De Paul y Bruno Zuculini, lo que podía generar un panorama más oscuro, aún.

Sin embargo, el desembarco de Diego Cocca (de exitoso paso por Defensa y Justicia, pero en la B Nacional), una profunda renovación del plantel (llegaron más de una decena de refuerzos) y el debut con victoria en el arranque de la competencia, empujó a los simpatizantes albiceleste a llenar el Cilindro, para respaldar a un equipo que muestra referentes de peso (Milito y el Chino), una filosofía clara de juego (puede ganar o perder, pero Racing sabe a lo que quiere jugar) y figuras prometedoras.

Con más overol que brillo, Racing venció en su casa al campeón de América y confirmó sus ganas de revertir la historia. Ganó de local, después de cinco fechas. Y por quinta vez en torneos cortos inicia su camino con dos victorias al hilo. La última, en el Apertura 2010. Aunque estos números fríos sólo acompañan al calor del corazón de los hinchas, que se fueron cantando que "éste puede ser el año..."