Pasó lo que nadie se imaginaba. La bochornosa noche de La Bombonera, que quedará grabada como una de las jornadas más negras de la historia del fútbol argentino, terminó por definir la serie entre Boca y River en los escritorios de la Conmebol, que con buen tino le dio la clasificación al millonario.
Ahora, lo que viene es un camino bien distinto para uno y otro. River, con la clasificación en el bolsillo, aunque con la espina de no haberla podido ratificar en la cancha, disputará un lugar en las semifinales de la Copa Libertadores ante el Cruzeiro de Brasil, un rival duro que no le trae buenos recuerdos.
El equipo de Gallardo tiene la chance de acceder a una instancia que River no juega desde 2005, cuando fue eliminado por otro brasileño, el San Pablo. Claro que, para eso, deberá demostrar algo más que el juego agresivo que le permitió vencer a Boca en el Monumental.
El panorama del Xeneize es bastante más negro. Con un plantel caro que se armó para pelear hasta el final la Copa Libertadores, la pronta eliminación a manos de River abre grandes interrogantes.
En primer lugar, el futuro político de Daniel Angelici parece estar sellado. Con sólo el título de la Copa Argentina de 2012 en su haber, los hechos del jueves son un golpe del cuál será difícil reponerse, y sus chances de reelección parecen ser remotas, por lo que se avecina en Boca un cambio político en diciembre, cuando se celebren las elecciones.
En lo futbolístico, el Vasco Arruabarrena deberá hacer un gran trabajo para remontar una realidad que indica, escritorios aparte, que fue eliminado dos veces por River en apenas 6 meses en el plano internacional. Y todo indica que sólo un título en el torneo local, del cuál es líder invicto, le puede dar la chance de seguir en el cargo.
Por si fuera poco, la pronta eliminación en el plano internacional seguramente obligará a los dirigentes a reducir el plantel, cargado de grandes nombres que, con una sola competencia, quedarán al margen en muchos partidos.
Además, la idea de Angelici de dar un golpe de efecto con la llegada de Carlos Tevez después de junio, y la continuidad de Daniel Osvaldo, parece naufragar ante el perjuicio económico que significaron los hechos del jueves: casi cuatro millones de dólares que Boca dejará de ganar de acá a junio.
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