Suena muy relajada o muy moderna la estrategia que, según Vivas, diseñó para ganarle a San Lorenzo de visitante. Se enfocó en la aplicación del WhatsApp para sacar ventajas. Y las expuso en rueda de prensa con una satisfacción que no pudo ni quiso disimular. La pregunta es insoslayable: ¿estará convencido Vivas de lo que dijo? ¿Pensará que por esos "videítos", Estudiantes se llevó los 3 puntos a La Plata?
La confusión que acompaña a la victoria suele ser muy significativa. Y el fútbol es un formidable campo de prueba y experimentación en ese sentido. La victoria en algunas oportunidades no es una gran consejera. Porque simplifica superficialmente lo complejo. Porque subestima los contextos. Porque reduce o asfixia los análisis. Y porque lo ubica al protagonista en el rol efímero de una celebridad que disfruta algunos minutos de gloria.
El WhatsApp, los videítos y la táctica que invoca Vivas como algo determinante en el fútbol actual, es lo secundario, lo periférico, lo accesorio. La táctica, como emergente de todo lo complementario, nunca ha resuelto los problemas del fútbol mundial. La simpleza inteligente del juego los ha resuelto a partir de las capacidades de los intérpretes.
Por eso el fútbol total que expresó Holanda del 74 nunca más se reeditó. Porque aquellos jugadores bajo el liderazgo de Johan Cruyff desarrollaron esa letra y esa música con Rinus Michels de entrenador. Pero Michels sin esos jugadores no logró repetir en ningún lado esos niveles de rendimiento. Eran los jugadores los artífices. No Michels, más allá de sus muy buenas condiciones, que por supuesto las tenía.
La vieja tentación que somete a los técnicos de ayer y de hoy es siempre la misma: creerse más importantes que los jugadores. Más influyentes, más decisivos, más permeables al gran conocimiento teórico. La realidad es que los técnicos no determinan tantas cosas valiosas como ellos suponen o sospechan. Pep Guardiola lo debe haber comprobado en los últimos días con el Manchester City. Barcelona en Cataluña lo liquidó sin piedad 4-0. El peso de Messi, Luis Suárez, Neymar y compañía borró de un plumazo el libro gordo de Guardiola. Como para instalar una y otra vez la dictadura que ejercen los jugadores.
Regresando al escenario de Nelson Vivas, es indudable que quedó muy dulce con el festejadísimo triunfo en el Nuevo Gasómetro frente a un Ciclón que venía con viento a favor. Y esa dulzura evidente conquista apuros. Y también reflexiones a la sombra de un micrófono y una cámara que van en la misma dirección.
Un videíto o varios videítos de fútbol vía WhatsApp no le abren la puerta a ningún misterio develado. La dinámica nunca prevista del juego no la capturan un par de imágenes mejor o peor editadas y después transmitidas a los jugadores. Esa simplificación intelectual para mirar los hechos no es una señal positiva. Ni para Vivas ni para el plantel.
Aunque mañana podamos estar en presencia de un buen técnico.
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