La localidad de Mercedes, en la provincia de Corrientes, recibe este domingo a más de 300 mil personas -"promeseros"- que van a venerar al gaucho Antonio Plutarco Cruz Mamerto Gil Núñez, más conocido como el Gauchito Gil, en el aniversario de su fallecimiento.
Desde el viernes hasta hoy ya son decenas de miles quienes se acercaron a Mercedes, ciudad ubicada a 250 kilómetros de la capital correntina, para visitar el "santuario" del legendario gaucho.
“Tenemos una fila para ingresar al santuario de 4 kilómetros”, señaló -al diario El Litoral- Sergio Ramos, jefe de la Comisaría de Mercedes. Según indicó, “estuvo así todo el día (por ayer)” y destacó la labor realizada por los efectivos que ya están trabajando en la zona desde el viernes.
Este domingo, día principal de la celebración, habrá en Mercedes un importante despliegue “de fuerzas federales, provinciales, Seguridad Vial, personal municipal, Salud y otras áreas, con la finalidad de que todo se desarrolle con normalidad y organizadamente", expresaron las autoridades locales.
Antonio Mamerto Gil Nuñez nació un 12 de agosto - se calcula que podría haber sido en 1847-, en Mercedes, provincia de Corrientes, en una zona que en guaraní llamaban Paiubre. Peleó en la Guerra de la Triple Alianza, y también fue reclutado para formar parte de las milicias contra los federales.
La leyenda dice que el dios guaraní Ñandeyara se le apareció en sueños y lo convenció de no derramar sangre hermana, por lo que desertó del ejército.
Es visto como un héroe de los desprotegidos, un justiciero popular, un rebelde renegado que tenía la capacidad de proteger a los indefensos, ayudar a los ladrones pobres y curar a los enfermos.
Se cree que el Gauchito Gil fue apresado mientras dormía una siesta, por haber desertado al ejército, y fue trasladado a la ciudad de Goya, donde lo iban a juzgar. Sin embargo, algo pasó en el camino y, a 8 kilómetros de la ciudad de Mercedes, sus captores lo colgaron boca abajo en un árbol de la zona, donde hoy se ubica el lugar donde se lo venera.
El Gauchito Gil es considerado un símbolo de rebeldía, de resistencia y de justicia, partidario de los humildes, los desprotegidos, los trabajadores, los enfermos y hasta de los ladrones. Se le piden favores de distinto tipo y, sobre todo, protección, especialmente para viajar por la ruta.
Por esta razón, a lo largo de los caminos argentinos se pueden ver pequeños altares rojos en su honor, donde los viajeros tocan bocina o se detienes, dejan distintas ofrendas como cigarrillos o vino y continúan su camino.