Comenzó como barman y especialista en cocteles, pero para Angel Sosa la vida cambio cuando ingreso como mozo en el mítico café Tortoni, donde recientemente cumplió más de 40 años de actividad

Hace muy pocos días, Angel Humberto Sosa llegó a cumplir con sus tareas diarias en el local donde trabaja como mozo. Y si bien fue un día más en su rutina, hubo algo distinto en esa jornada, ya que recordó que cumplía nada menos que 42 años como empleado - confirma que es el más veterano- del mítico café Tortóni, ese espacio enclavado en la avenida de Mayo que con más de 160 años de existencia es todo un símbolo de la historia y la cultura porteñas.

Pero para Angel Sosa (66) el aniversario, con ser importante, no le quita el sueño, pues la vida siempre transcurrió con la misma calma que existía en Saladas, el pueblo donde nació, a 100 kilómetros de Corrientes,y donde ayudaba en la chacra de su padre Mauricio. Recuerda que “a veces íbamos a hacer plantaciones para el consumo familiar, y esa tierra todavía existe, y ahora la maneja un primo mío que se crió con nosotros”.

Angel relata que “el secundario lo hice en una escuela monotécnica, donde me especialicé en Carpintería, pero cuando tenía 17 años, un hermano que vivía en Buenos Aires me invitó a pasar unos días en la Capital y allí empezó otra historia para mí”. Con un hermano gastronómico, que trabajaba en la confitería Jockey Club, Angel se orientó en un camino similar, y un día de casualidad, cuenta que “vimos un cartel donde necesitaban personal. Era un restaurant llamado La Huella, en pleno Constitución,que ya no existe, y ahí quedé como lavacopas” y con el mismo entusiasmo cuenta que “allí conocí al primer famoso de mi nueva vida, ya que un par de veces Luis Sandrini fue a comer algo antes de viajar en tren a la Costa”.

Durante un par de años, Angel trabajó como encargado de barra y con el tiempo aprendió a hacer cócteles.Así lo hizo en un par de confiterías de la zona de Palermo, entre ellas Elizabeth, un lugar que manejaba un empresario de la noche, Manuel Martínez, que estaba en asociaciones de cocteleros, y conoció como colega aun gran amigo, Pastor Mendoza, “queme ayudó mucho, y con él compartimos tareas en varios locales gastronómicos, como Mama Leone y Tiberio”.

Hasta que llegó el día en que su vecino Julio, de la pensión de la calle Venezuela, donde vivía Angel, le propuso trabajar donde estaba él. “Y ese lugar, que yo solo conocía de vista, era el Tortoni. Por supuesto, no sabía de su importancia, pero enseguida acepté. Así fue que el 12 de enero de 1977 ingresé al café, y al principio hice de todo, desde barman hasta lavacopas, y también me animé a los cocteles”.

En sus recuerdos, Angel - que hoy vive en Merlo con su esposa, y tiene cuatro hijos y dos nietos - evoca que“a diferencia de hoy, donde todo el día hay colas de gente para entrar a tomar o comer algo, y te podés cruzar con alemanes, chinos o brasileños, antes no había tanto turismo, aunque solían venir más los españoles y los locales” y remarca que “hasta había billares en una zona”.

Pero su debut como mozo no pudo ser más prestigioso. “Una vez don Roberto Fanego, padre del que hoy es uno de los dueños, me pide que le lleve un té a una mesa a la sala Alfonsina, al costado, a la izquierda y cuando voy, estaba el periodista Carlos Burone, de radio Continental, haciéndole una nota a Jorge Luis Borges. Los saludé formalmente,nada más, pero me impactó,porque sabía que se trataba de un gran escritor. Fue un debut perfecto”.

A partir de ese momento, Angelno dejó su puesto en el legendario café, atendiendo a visitantes famosos, a extranjeros y a ciudadanos comunes,y asegura que “me gusta mucho lo que hago, son muchos años, y aunque quizás pronto me jubile, siento que esta etapa es inolvidable”.

Churros con chocolate

Para Angel, las generaciones más jóvenes empezaron a frecuentar el café en los ‘90, cuando venían a ver el programa “La Venganza será Terrible”, con Dolina, Rolón y Stronatti. “Hacian cola desde una hora antes, y el programa empezaba a las 24” y señala que “con ellos solía charlar bastante, tenían muy buena onda”.

ANGEL

Reducto frecuentado por artistas e intelectuales, el café Tortoni fue centro de tertulias donde se reunían los bohemios hasta tarde. Aunque no llegó a conocerlos, Angel sabe que artistas como Quinquela Martín, Juan de Dios Filiberto y Alfonsina Storni estuvieron en sus mesas, por no hablar de Carlos Gardel. El marco que el visitante encuentra siempre remite a la cultura, entre pinturas, esculturas y fileteados, en el marco de las suntuosas columnas de mármol.

Como señala Angel, “en los ‘90 comenzaron a venir muchos más turistas, tanto de Europa como de Norteamérica y hasta de países asiáticos,y a veces debemos entendernos con señas o indicando el menú, pero siempre la gente se va bien atendida” y enfatiza que “muchos extranjeros vienen a comer churros con chocolate, aún en verano, y últimamente se han incorporado más comidas, sandwiches, pizza y empanadas, ya que la gente pide de todo”.

En 40 años, atendió a una larga lista de famosos

A través de más de 40 años, fueron muchos los famosos, entre artistas e intelectuales, a quienes atendió Angel. “Recuerdo haber servido varias veces a Ernesto Sábato, y ya en la época de la política, a Alfonsín, a Menem, recién vuelto de su detención, y hasta en alguna ocasión a Néstor Kirchner, que estaba charlando en una mesa con Ramón Puerta”.

Sosa recuerda a otros habitués del café, desde cantantes y poetas “como Goyeneche, Rubén Juarez, Enrique Dumas y Horacio Ferrer, que actuaron aquí, hasta figuras como Francis Ford Coppola, Robert Duvall, o personajes políticos como Hillary Clinton, el ex rey de España, y recientemente el presidente de Turquía, Erdogan, cuando se celebró el G-20”.

Angel indica que “a mediados de 1977 se iniciaron los ciclos de jazz en la Bodega del Tortoni, que está en el subsuelo, y era moneda corriente servirles copas a los músicos, entre ellos la Fénix Jazz Band, la Antigua, la Santa María y Swing 39, con Walter Malosetti, y lo recuerdo a su hijo Javier, con 12 años, que andaba de un lado al otro, y se ponía a tocar la batería antes de la función”.

En la sala Alfonsina, en los primeros tiempos, había peñas literarias, se leía poesía y se cantaba al piano Luego,comenzó la etapa del tango. Así, Angel, rememora que “los jueves venía María Volonté a cantar, luego aparecieron La Tangata Rea, El Arranque, y otros grupos más jóvenes, y también Gloria Diaz organizaba shows tangueros,además en la Bodega debutó en los ‘80 Teresa Parodi, y una noche vino a verla su madrina, Mercedes Sosa”.

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