Un problema que inevitablemente atraviesan los jóvenes al finalizar
el colegio secundario es definir su futuro. Algunos, presionados por los
padres, siguen la carrera que éstos desean; otros prueban y a veces
fracasan y unos pocos siguen su verdadera vocación.
La elección de una carrera suele ser uno de los problemas más comunes con el que se enfrentan los jóvenes, quienes, terminada la escuela secundaria, suelen deambular de facultad en facultad sin tener claro cuál será su futuro.
Aunque la oferta de nuevas propuestas alejadas del ámbito académico universitario termina siendo para muchos de ellos una opción, lo cierto es que este camino que lleva de la adolescencia a la adultez no suele ser sin angustia y dolor.
Algunos, presionados por los padres, siguen aquella carrera que éstos desean, sin escuchar el verdadero llamado de su deseo. Otros, en cambio, prueban y van de fracaso en fracaso hasta que terminan abandonando los estudios, aunque también es cierto que no son pocos los que terminan siguiendo su vocación.
“Las diferentes etapas por las que atraviesan los niños y los adolescentes suelen enfrentarlos a situaciones que son inherentes al crecimiento, a la edad que tienen, por eso las llamamos crisis de crecimiento o evolutivas”, explicó la psicóloga Gisela Holc (MN 24.591), quien amplió que “la denominación ‘crisis’ implica angustia, ansiedad y la necesidad de resolver algún conflicto o bien alguna preocupación”.
La profesional se refirió a la ansiedad típica de los chicos de 16 o 17 años, que se encuentran cursando los últimos años de la escuela secundaria y se empiezan a preguntar por su futuro, por la elección de una carrera para estudiar o bien por la posibilidad de salir a trabajar. “Lo que empieza a generar ansiedad es la salida al mundo adulto, abandonando su mundo infantil”, sostuvo Holc.
Para la licenciada, “la finalización de una etapa los enfrenta a grandes cambios. El abandono de la escuela primaria donde conocían sus reglas, sus personajes, donde eran los más grandes, donde conocían a sus compañeros, sus roles en los grupos... todo ello les brindaba un nivel de seguridad y sensación de dominio importante”.
Sin embargo, resaltó, “el cuerpo creciendo, la voz cambiando, comienza a enfrentarlos con el desconocimiento de los mismos, con esta inseguridad producto del cambio interior, de la imagen que devuelve el espejo, todo esto característico de la adolescencia, se ven enfrentados a la pregunta por su futuro”.
“El futuro, que por definición es incierto, desconocido, nuevo... inseguridad y desconcierto tanto a nivel interior, del sí mismo, como exterior, respecto al mundo externo. Los esquemas interiores cambian, los referentes externos también. En este contexto los chicos tienen que elegir”, apuntó Holc.
Lo fundamental es, entonces, que los padres reconozcan que ese futuro les pertenece a sus hijos: “Es importante poder pensarlo como un desafío, una oportunidad, pero no menos importante es saber que este hito en la vida de los jóvenes suele ser atravesado con grandes ansiedades”, comentó la psicóloga, quien destacó que “para muchos es un conflicto que no pueden resolver individualmente, muchos la cursan con grandes dudas, porque es el momento en el que el adolescente se debate entre lo que fue, lo que es y lo que llegará a ser”.
Lo cierto es que para reconocer el ideal al que se quiere llegar es necesario rastrear de dónde surge, “ya que generalmente la inclinación hacia alguna profesión tiene sus bases en algún ‘otro’, sea éste real o fantaseado”, afirmó, para remarcar que “cuando alguien quiere ser ingeniero es porque conoció un ingeniero a quien admiró o bien porque fantasea con lo que es la vida de un ingeniero, por lo que hay que investigar las fuentes, la inspiración, que está por debajo de esta elección”.
Después del colegio, los jóvenes se enfrentan a un verdadero desafío: elegir el futuro de acuerdo a su vocación.
Buen conocimiento Según expertos, para elegir una carrera, el joven debe conocerse muy bien, identificar sus habilidades, sus aptitudes, su personalidad, ver qué le entusiasma y qué es lo que más lo motiva.
Mientras en Brasil hay seis estudiantes por cada graduado, en la Argentina a cada uno de éstos le corresponden veinte que deciden no continuar o que lo hacen entre idas y vueltas y tardan años en recibirse.
Una gran ayuda
El apoyo de los padres y la posibilidad de poder despegar su propio deseo del de sus hijos es fundamental a la hora de ayudar a éstos a realizar una adecuada elección vocacional y calmar su ansiedad por el tema.
Nuevas opciones Carreras no tradicionales, como aquellas relacionadas con el arte o la cocina, aumentaron notablemente su nivel de matriculación en los últimos años. Los jóvenes buscan nuevas opciones laborales.
por ciento de los estudiantes que ingresan a una universidad, egresan con el título bajo el brazo. La mayoría abandona los estudios o los prolonga de manera indefinida, según datos de 2011.
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